El cuerpo humano es un conjunto de elementos que actúan de manera coordinada con una precisión máxima. Los meniscos son dos estructuras semicirculares cartilaginosas que se sitúan entre la tibia y el fémur, en la articulación de la rodilla.
Proporcionan una congruencia excelente a la articulación entre la tibia y el fémur y su función es amortiguar los impactos que sufre la rodilla al correr, saltar o caminar, además de soportar la presión del peso del cuerpo cuando está en movimiento. Por estos motivos, la rodilla es una articulación muy sensible a sufrir lesiones y el menisco, como amortiguador, puede romperse, o desgarrarse.
En términos generales podemos decir que hay dos tipos de lesiones meniscales: las lesiones producidas por un traumatismo y aquellas que aparecen con el transcurso de los años -habitualmente en pacientes más mayores- como consecuencia de la pérdida progresiva de la resistencia e hidratación del menisco.
Las lesiones del menisco secundarias a un traumatismo suelen ocurrir en deportistas jóvenes como consecuencia de un giro con el pie fijo o por una carga o impacto.
Son especialmente frecuentes en deportes de contacto como el fútbol o el rugby. También al realizar cualquier actividad que haga que la rodilla se gire sobre el pie fijo en el suelo, como ocurre en otros deportes como el baloncesto o el voleibol.
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Asimismo, es frecuente que el menisco se desgaste y se deshidrate con el paso de los años volviéndose más rígido, esto se conoce como rupturas degenerativas, lo que provoca pequeñas fisuras, roturas microscópicas que, con el tiempo se convierten en una lesión más importante.
Estas lesiones de menisco se manifiestan con dolor en la articulación, sensación de bloqueo o dificultad para mover la articulación o con derrames de líquido sinovial recurrentes.
“Hay otras articulaciones donde hay meniscos como por ejemplo en la cadera, donde también se manifiestan con dolor y por la pérdida de movilidad como consecuencia del bloqueo de la articulación. O en el hombro, donde se puede manifestar también dolor con bloqueos o incluso con inestabilidad porque el hombro se traba fácilmente”, explica el doctor Emilio Calvo Crespo, jefe de Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz.
Este tipo de lesión se puede sospechar con un simple examen físico, donde el especialista moverá la rodilla y la pierna en diferentes posiciones para ver el grado de dolor y dificultad de movilidad de la articulación.
Pruebas para diagnosticar las lesiones de menisco
También podrá pedir pruebas como una radiografía. Aunque, la radiografía puede ser útil para descartar otros problemas de la rodilla que causan síntomas similares, en ella no pueden diagnosticarse las lesiones del menisco ya que el cartílago no se refleja en la radiografía.
La resonancia magnética es la prueba idónea para confirmar el grado de la lesión. La artroscopia o una artroscopia para examinar el interior de la rodilla y si es necesario, reparar la rotura o el desgarro. El diagnóstico preciso es importante para aplicar el tratamiento adecuado a cada caso.
Para tratar una lesión leve de menisco, puede ser suficiente para aliviar el dolor mantener la rodilla en reposo, aplicar hielo para la inflamación y tomar analgésicos.
“No todas las rupturas meniscales precisan cirugía, las roturas horizontales, que son generalmente roturas degenerativas que se producen a lo largo de los años, que no producen malestar al paciente, se ha visto que no es necesario operarlas”, añade el doctor Calvo.
Sin embargo, en muchos casos, un menisco roto o desgarrado requiere cirugía para su reparación. Sobre todo si la lesión interfiere con el movimiento o puede dañar el cartílago de la articulación.
En estos casos, el tratamiento quirúrgico debe realizarse lo antes posible. Aunque no se trata de una urgencia, con el tiempo, la rotura puede agravarse, lesionar el cartílago de la rodilla e interferir en el movimiento de la articulación.
Para evitar una rotura o desgarro del menisco, es útil fortalecer la musculatura de la pierna. Una buena musculatura ayuda a coordinar el movimiento de la rodilla y prevenir lesiones del menisco.
Para que la rodilla, y por tanto los meniscos no soporten una presión excesiva, es fundamental mantener controlado el peso corporal. Manteniendo la articulación de la rodilla en buen estado, se pueden evitar las lesiones de menisco y así seguir llevando a cabo actividades deportivas.