Leonel Fernández es dominicano y, por tanto, latinoamericano. He oído que durante su infancia vivió algunos años en EE. UU. Y asumo que por ambas razones su posible inclinación hacia el Partido Demócrata sería bastante razonable. Pero como ex/Presidente de RD y como aspirante a volver ala silla principal del país no es entendible que, en su actual edad, deba seguir aún bajo la influencia de emociones infantiles.
Es claro que el próximo ocupante de la Casa Blanca lo será la señora Clinton o el señor Trump; eso se decidirá en noviembre de este mismo año. De igual modo, el próximo Presidente de RD podrá serlo LF o HM o LA o cualquier otro dominicano que reúna las condiciones para ello; esto se resolverá en las elecciones del año 2020.
Pero si LF resultara escogido en esos comicios ¿cómo serían sus relaciones con un eventual presidente Trump de EE. UU.?
La pregunta viene a cuento porque él (LF) se ha sumado, innecesariamente, en un artículo del lunes 25 de julio, al coro demócrata que se mofa de modo exagerado de Melania Trump porque esta adoptara un par de párrafos del discurso que Michelle Obama había pronunciado en 2008 para presentar a su esposo Barack en la Convención Demócrata.
Nadie puede ni debe exigirle a la persona llamada Leonel Fernández que sofoque sus emociones ni que deje de expresar sus opiniones, pero tratándose de alguien como él, con vocación para volver a ocupar el solio presidencial de la República y para representar a RD ante los demás gobiernos del mundo, todos tenemos derecho a esperar, de él y de los demás aspirantes presidenciales del país, el ejercicio de los autocontroles personales que mejor propendan hacia la armonía y la cordialidad que debe imperar entre las naciones y entre los gobernantes de estas.
Quiera Dios que el entusiasmo que late en el artículo de Leonel no afecte la potencial buena voluntad del señor Trump hacia RD, pues LF no es un dominicano cualquiera, sino una de las voces más altas de la vida política de este país.
Ojalá todo salga bien.
