Lecciones latinoamericanas

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Matías Bosch, primer vicepresidente

1- Honduras: La Alianza de Oposición y su candidato Salvador Nasralla ganaron las elecciones el 26 de noviembre. Pero Honduras no es soberana: por más de un siglo le han llamado “república bananera”, dado el poder de las multinacionales y los Estados Unidos, y por aquello de que “un diputado es más barato que una mula”.

A Zelaya lo derrocaron con un golpe en 2009 y a Xiomara Castro con un fraude en 2013. Después el actual presidente Juan Orlando Hernández logró ser candidato a la reelección, que está prohibida en la Constitución, y ha hecho fraude.

El Departamento de Estado lo ha bendecido, mientras la OEA, tan ágil en condenar a diario el gobierno de Venezuela, tardó un mes para apenas denunciar “falta de certezas”. Lo terrible es que, en la hora crítica, Nasralla fue a Washington y regresó anunciando que la Alianza de Oposición ya no existe y que él invita, por su cuenta, “al diálogo”.

Es que desde hace tiempo lo venían chantajeando para separarlo de Zelaya: “Él no es amigo nuestro y, si no te distancias, no te podemos ayudar”.

Es una nueva edición de lo que Washington supo hacer primero con Peña Gómez y el PRD, y luego con la dirección del PLD post-fraude de 1990: “Con Bosch y con su programa no van a llegar a ninguna parte”.

Ya sabemos qué lodos trajeron aquellas aguas.

2- Perú: Pedro Pablo Kuczynski alcanzó la presidencia en 2016. Residió en Estados Unidos, fue empleado del Banco Mundial, de empresas mineras y multinacionales; un hombre “confiable”.

A inicios de este año deslumbró en televisión dando un duro mensaje contra la corrupción de Odebrecht.

Hoy resulta que mientras Kuczynski era ministro, su empresa fue contratista de Odebrecht, y ante la posibilidad de ser destituido, se ha salvado negociando bajo la mesa un indulto al sátrapa Alberto Fujimori, gobernante que robó, mató y torturó opositores, esterilizó a la fuerza mujeres campesinas, sobornó medios de comunicación, disolvió el Congreso y renunció a la presidencia con un fax.

3- Guatemala: Muchos vieron en ese país la Meca anticorrupción cuando las manifestaciones forzaron la caída de Otto Pérez Molina y parte de su gabinete, por enriquecimiento ilícito.

Guatemala es, de facto, un protectorado, cuyas políticas se deciden según la ayuda financiera y militar de Estados Unidos y la famosa Comisión Internacional contra la Impunidad, una entidad bajo la tutela de la ONU que cogobierna el país.

Celebraron la caída de Pérez Molina y se eligió a Jimmy Morales. Pero Morales este año ha sido señalado por financiamiento ilegal de su campaña.

El presidente de Guatemala cierra el año haciéndole el coro a Donald Trump, ordenando que la embajada de su país también esté en Jerusalén, junto a la de Estados Unidos, a pesar de lo que diga Palestina y la Asamblea General de la ONU..

Mucho ojo: No estamos en un jardín de rosas. Los Estados Unidos saben cuidar muy bien sus intereses, imponiendo presidentes, controlando las agendas y hasta las luchas, sin importar en nada la legalidad.

Asimismo, los corruptos y ambiciosos nunca se enfrentan ni juegan a perder, siempre terminan negociando.

Y cuando los pueblos no tienen claro cuál debe ser su objetivo, cuál es su enemigo y al lado de quién luchar, corren el peligro de ser vendidos y llevados “como caña pa’l ingenio”.



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