Afortunadamente, las primarias de los partidos de la Liberación Dominicana (PLD) y Revolucionario Moderno (PRM) no fueron tan violentas y traumáticas como muchos temíamos.
De hecho, la ciudadanía demostró que su vocación democrática está por encima de la mayoría de sus “líderes”.
Pero la jornada de este domingo también deja enseñanzas que vale la pena tomar en cuenta, ya que probablemente estemos ante el inicio de un cambio de rumbo en el país.
Lo primero que evidenció fue la fragilidad institucional de los partidos y la propia Junta Central Electoral.
Durante la jornada circuló más dinero mal habido que nunca. Más que dirigentes políticos, algunos personeros parecían forasteros que venían de asaltar un banco o una “diligencia”. Varios de ellos a su vez fueron atracados por “compañeros”.
Parte de ese dinero se usó para comprar cédulas y conciencias, sin que la Junta o la Policía Militar Electoral se inmutaran o reportaran al menos un detenido o una amonestación.
Especialmente gente de Gonzalo andaba con una gran cantidad de dinero para lo que ellos llaman “pago de logística”, que, por supuesto, incluía la compra de alcohol, droga y picapollos, pero sobre todo la adquisición de cédulas. Eso no es democracia.
Creo que el gran perdedor de la jornada fue Leonel Fernández, quien jamás pensó que un advenedizo, un recién llegado, lo iba a derrotar.
Su soberbia le hizo olvidar que los mismos trucos, las mismas trampas que él utilizó contra la oposición un día serían usados para derrotarlo. A Leonel le dieron una dosis de su propio jarabe.
Leonel Fernández queda en una condición bastante desventajosa y podría estar en el umbral del fin de su carrera política. Si se hubiese retirado a tiempo se le tuviera como un referente en su partido, al menos para sus compañeros. Pero no. Pudo más la vanidad, el creer que es el único capaz de gobernar, de conceptualizar. Y salió derrotado.
Hoy denuncia fraude y que va a luchar. Debe hacerlo para no caer más bajo. Pero no logrará revertir los resultados. A él le hicieron lo mismo que él le hizo a Hipólito cuando controlaba la Junta.
La única manera de recuperar un poco su imagen ante la historia es si se mantiene firme hasta el final y no se rinde ante Gonzalo y Danilo, sus verdugos.
Podría parecer un tremendismo, pero a Leonel no le queda más camino que impedir que Gonzalo gane en 2020, aunque tenga que apoyar abierta o discretamente a Luis Abinader, o corre el riesgo de convertirse irremediablemente en un cadáver político.
Sin el apoyo de Leonel es casi imposible que Gonzalo gane. Aunque eso tampoco creo que importe mucho para el ego de Medina.
El PRM, en cambio, salió muy bien parado. Pero Luis Abinader, quien ganó limpia y ampliamente, tiene ahora el reto de no envanecerse, de no descuidarse y aglutinar en base a un compromiso serio a todos los sectores interesados en que este país cambie de rumbo.
Asimismo, y contrario a lo que muchos temíamos, Hipólito Mejía dio una muestra de sensatez y humildad al reconocer rápidamente el triunfo de su rival y brindarle su apoyo incondicional “para sacar al PLD del poder”. Ese gesto suyo merece el reconocimiento de su partido y toda la sociedad.
En cuanto a la JCE, creo que bateó de “fao” en su primer turno al bate. Su credibilidad quedó seriamente cuestionada, sobre todo tras las denuncias de fraude de Leonel.
Eso es grave.
Por eso, sus miembros tienen el deber de despejar todas las dudas en relación a la pulcritud del proceso. Y esa es una tarea difícil, a mi modo de ver.