LeBron James nunca será Michael Jordan, pero será único; no persigue fantasmas

LeBron James nunca será Michael Jordan, pero será único; no persigue fantasmas

LeBron James nunca será Michael Jordan, pero será único; no persigue fantasmas

LeBron James

Nueva York.-Se acerca el final de la carrera de LeBron James. En un juicio imaginario, se presenta un alegato ficticio en el que se lo defiende acerca de comparaciones, presente y legado.

Y para terminar, señor juez, quisiera decir unas palabras acerca de mi defendido. Porque quizás yo también sea uno de ustedes, miembros del jurado, que crecieron en la década del ’90 y vieron brillar a Michael Jordan en su ‘prime’.

Quizás ustedes también, como yo, compraron sus zapatillas, imitaron sus vuelos con la lengua al viento, lanzaron contra un aro improvisado entre malvones y geranios imitando al genio de Chicago Bulls.

Jordan y LeBron en uno de sus más recientes encuentros. Archivo

Entiendo absolutamente todo. De hecho, para qué negarlo, lo comparto. Se que ustedes, como yo, piensan que él es, fue y será el GOAT. No los juzgo, yo también soy parte de esa armada que pelea porque aquel mundo no desaparezca.
Narramos sus hazañas a nuestros hijos, peleamos para que su póster siga pegado con cinta adhesiva a los armarios, nos emocionamos cuando revivimos sus proezas.

El argumento
Pero aquí, señores, mi defendido tiene un punto. No le interesa -y tampoco a mí- que lo consideren mejor, porque de hecho ni él ni yo lo pensamos seriamente. No se trata de atrapar esa sombra que se escapa a los saltos cuando se la intenta cazar a los abrazos, sino de perseguirla siempre.

Y en ese recorrido, hay distintas formas de alcanzar las metas. Es por eso, miembros del jurado, señor juez, que quiero destacar el proceder de mi defendido. Como se hacen las cosas a su manera. Mírenlo bien. Obsérvenlo en detalle. Tiene 38 años y continúa al máximo nivel posible. Olvídense de su físico privilegiado, de sus habilidades supremas como basquetbolista y concéntrense no en lo que busca, sino en cómo lo busca.

Se lo que están pensando: los flashes de aquel pase de mando de Kareem Abdul-Jabbar. Sí, eso dijo mucho de su vigencia, durabilidad y calidad como atleta. Esa noche fue importante, mágica, pero no lo definió.

Había algo más por hacer. Y aquí pretendo hacer un punto necesario. Ser sincero con ustedes señores del jurado. Con usted señoría, con los familiares y el público presente hoy aquí, en esta sala: en algún momento yo también dudé.

Tiene 38 años y continúa al máximo nivel posible. Olvídense de su físico privilegiado, de sus habilidades supremas como basquetbolista y concéntrense no en lo que busca, sino en cómo lo busca.

Michael Jordan

Siento algo de culpa por haber pensado esto, pero pensé que este hombre que señalo estaba terminado. Que ya no quedaba hilo en el carretel, que solo sería cuestión de rendir homenaje noche tras noche por su trayectoria. Por suerte me equivoqué. Y cómo. Hoy puedo mirarlos a los ojos a ustedes, pero sobre todo a él, y decir no solo que está vigente, sino que ha edificado un camino.

Una forma de hacer las cosas. A diferencia de Michael Jordan, que fue uno para todos, LeBron James nos enseña en el epílogo de su carrera que a veces hay que dar un paso atrás para que el resto de uno adelante.

No es el propósito de esta defensa caer en las comparaciones, pero cuando Jordan no pudo él, cuando no pudo ejecutar con sus propias manos, dejó el juego.

¿Qué significa ser el mejor? Jordan lo hizo de una manera y no dejó dudas. Para muchos, entre los que me incluyo, se subió a la cima del Monte Rushmore y nunca nadie pudo destronarlo. Pero su mirada unilateral y sus decisiones doctrinarias no le permitieron luego ser un dueño amplio, que respete decisiones y complete procesos. O era a su manera o no era. Y eso es peligroso.

Su legado
Este hombre aquí presente ya no disputa ese cetro.
Se ha quitado las cadenas de esa condena que lo persiguió y ha elegido dejar de competir para escribir su propia historia. Ser un rey generoso que evita ser doctrinario, que busca trascender con el ojo en la prosperidad del reino. El triunfo como persecución conjunta y no como un mandamiento.

Y es por eso, señores, que este equipo de los Lakers que está a un paso de las Finales de Conferencia es de LeBron James, de este nuevo LeBron James, aunque no parezca que lo sea. Es el Rey.

Lo sabe ahora por las cicatrices del recorrido. Por lo que lloró, lo que sufrió, lo que rió y lo que festejó. LeBron nunca podrá ser Jordan. No se puede perseguir fantasmas. por eso, justamente por eso, será único. Nos pasamos la vida aprendiendo. Y en ese recorrido de enseñanzas nunca, pero nunca, es demasiado tarde. Será justicia.

Legado

— Aprendizaje
LeBron James nos enseña hoy, a su hijo que se alista para estar en la NBA, y a quienes lo sucedan, que nadie puede ser feliz solo. Que lo más importante es ganar, pero para conseguirlo se necesita del hombre de al lado.