Las simulaciones y la tragedia

Las simulaciones y la tragedia

Las simulaciones y la tragedia

De la tragedia causada por la explosión en las instalaciones de la empresa Polyplás pueden sacarse muchas lecciones. Varias han sido discutidas ampliamente en la prensa y por la opinión pública.

Pero hay una salida a la luz fruto de la controversia por los comunicados que me llama particularmente la atención. Me refiero a las simulaciones y disimulaciones que marcan el caso y que aparecen indisolublemente unidas a la explosión.

Las informaciones brindadas por Polyplás y las grabaciones de conversaciones telefónicas filtradas a la red por personas sin identificar, permiten saber dos cosas: primero, que algunos de los fallecidos en la explosión no eran considerados empleados por Polyplás, sino “subcontratados” o “contratistas”.

Segundo, que aparentemente el proveedor del gas no era el contratado por Polyplás, sino otro. Ambas cosas forman parte de una cultura de “ingeniería jurídica” al uso en algunas empresas, que utilizan los contratos, subcontratos y demás herramientas jurídicas para disimular la realidad. Con ello se pretende limitar sus responsabilidades en forma más amplia que la querida por el legislador.

Nadie debe ser impedido de aprovechar en su propio beneficio las herramientas que la ley provee. Sin embargo, cuando estas herramientas se desnaturalizan, la estructura jurídica que sustenta la convivencia se deteriora.

Este juego de conchas, en el que al final una de las partes queda desprotegida frente a la otra, debe ser limitado.

Para poder ejercer sus derechos, una persona que labore en una empresa debe tener clara su relación contractual.

Lo mismo vale para quien contrate un servicio de cualquier tipo. La razón es sencilla: la anulación de las responsabilidades legales incentiva el comportamiento irresponsable, y este puede degenerar en tragedia.

Las deficiencias de todo tipo evidenciadas por la explosión de Polyplás no son exclusivas de esas circunstancias ni de esos actores. Son, por tanto, un llamado de alerta que debe ser atendido por todos. No debemos esperar que se repita la tragedia para empezar a desenredar esos nudos.