Una cosa está clara, el PLD, sus dirigentes, no creen en la alternancia en el poder, rasgo esencial de toda democracia. Por eso mediante todas las vías, legítimas y corruptas, buscan permanecer en el gobierno y están acumulando sobre ellos una violencia política que en algún momento se desatará, sea mediante las elecciones o en las calles. No hay forma de presionar más a la democracia.
En la historia reciente uno de los actores que más presión le metió a nuestra democracia fue Joaquín Balaguer, lo hizo con el fraude del 1990 contra el PLD y en el 1994 contra el PRD, tal nivel de tensión generó un clima de ruptura del orden social que únicamente amainó con un dispositivo constitucional que le impedía presentarse en las elecciones del 1996. A ese nivel se puede llegar de nuevo si seguimos este camino.
En las elecciones del 2016 el electorado en el Distrito Nacional estaba tan enojado con la exclusión de Domingo Contreras del PLD para la sindicatura de la ciudad de Santo Domingo, y la imposición de Roberto Salcedo, que el voto peledeista en gran número le dio el triunfo a David Collado, sin prácticamente hacer él campaña. Semejantes cosas pueden pasar de nuevo, claro si el PRM presenta candidaturas que valgan la pena.
El transfugismo de los senadores de San José de Ocoa y San Pedro de Macorís debería dar vergüenza al PLD, ya que es una expresión de obsesión intensa por el control político del Senado donde tiene mayoría absoluta y no necesitaba una maniobra tan sucia.
La pretensión del PLD de dominar el espectro político con dos tendencias la va a pagar caro, ya el PRD lo vivió en los años 80 y todos sabemos los resultados: el suicidio de un presidente, dos líderes carcomidos por el cáncer y un expresidente perseguido judicialmente.
En América Latina hay señales muy claras de las consecuencias de intentar permanecer en el poder a toda costa, el de Venezuela es dramático.
Es hora de leer las señales de los tiempos.
Si los corruptos imponen su agenda de impunidad mediante la reelección o la negociación con la tendencia contraria, a la sociedad dominicana no le queda otra camino de hacer todo el esfuerzo posible de sacar al PLD del gobierno y el Congreso.