Las raíces de la violencia contra la mujer

Las raíces de la violencia contra la mujer

Las raíces de la violencia contra la mujer

Pensando en feminicidios y la violencia contra la mujer que no dan tregua ni en los países desarrollados, una se pregunta por qué es tan difícil erradicar estas prácticas que cuestionan la eficacia de los Estados para proteger a sus ciudadanas.

El abuso a las mujeres está arraigado hasta los tuéstanos en una cultura que está plagada de un menosprecio a lo femenino que es transmitido de generación en generación.

Hay arquetipos que inspiran conductas ancestrales que han perpetuado la desigualdad entre hombres y mujeres que se basan en la culpabilidad, la propiedad y la desgracia asociada a la condición de la mujer y que subyacen en mitos y creencias que se siguen recreando en la sociedad actual. Por ejemplo:

La mujer culpable:

Así como para Adán, Eva fue culpable del pecado original, para el macho de hoy, las mujeres siguen siendo las culpables de los maltratos que reciben, porque provocan a los hombres o le son infieles.

La mujer objeto:

En las mitologías antiguas, la mujer es presentada al hombre como un regalo, centrando su valor en atributos físicos frente a los cuales ni los dioses pueden resistirse, así sea necesario violarlas para obtener sus favores, como hicieron Zeus y Poseidón con Calisto y Medusa.

El concepto de la mujer como objeto y propiedad es lo que sigue atizando el acoso y la comercialización de su cuerpo para despertar las más bajas pasiones y lo que incita a muchos hombres a matar mujeres bajo el argumento “es mía o de nadie más”.

La mujer desgracia:
En las leyendas de antaño, la mujer ha sido considerada como causantede todo tipo de males. Según la cultura griega, las calamidades llegaron a la humanidad gracias a Pandora, la mujer desobediente que obvió la advertencia de no destapar la caja de las desgracias.

El concepto de mujer como culpable y portadora de calamidades ha ayudado a debilitar su poder en la familia y la sociedad minando su autoestima y su potencial. Por eso, como diría Derrida, tenemos que deconstruir mucho de lo que hemos aprendido si queremos construir una sociedad más justa.



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