“Hablas mucho de personas tóxicas, vampiros de energía… pero no dices quiénes son”, me comentaron el otro día. Me quedé pensando y decidí hablar de lo contrario.
En vez de describir a las personas negativas voy a compartir sobre quienes me aportan positivamente. Tomen nota, si gustan.
Quiero cerca a aquellas personas que tienen un sí como primera opción, acompañado de un cuenta conmigo. Las que sonríen cuanto te miran a los ojos y te regalan sinceridad en sus palabras, aunque no siempre sean las que quieres escuchar. Las que nunca te enrostran un ‘te lo dije’, sino ‘tranquila, tiene solución’. Quienes te llaman sin ninguna razón y no piden nada, solo quieren saber cómo estás.
Esas personas que no hablan constantemente de dinero o de cuánto tienen, sino de planes, trabajo, sueños y cómo les importa lograrlos sin poner zancadillas , sin anular a los demás y son capaces de dejar el ego a un lado.
Me encanta quienes me enseñan sobre cosas que no sé sin hacerme sentir ignorante, que no me ven como una competencia a quien vencer sino como una compañera en este camino llamado vida.
Me contagio de las carcajadas sonoras, de las locuras controladas, de los que ven soluciones en vez de problemas.
Admiro a quien es solidario de acción y no de palabra, a quienes me retan a ser mejor a través del ejemplo y a quienes me miran como ejemplo.
Defiendo la lealtad, la verdadera, la que no tiene doble intención. Por eso me gusta quien dice las cosas de cara sin manipular a los demás, prefiero un enemigo de frente que un amigo con doble moral.
Creo mucho en hacer las cosas juntos y complementar talentos y capacidades. Entonces, ya saben que personas no quiero cerca.