Las primeras siete décimas

Las primeras siete décimas

Las primeras siete décimas

Dr. Rafael Molina Morillo, director de El Día.

A propósito de la campaña de prevención de accidentes automovilísticos que se está llevando a cabo en este país, cabe preguntarnos ¿qué sucede en el primer segundo, cuando una persona viaja en su automóvil a una velocidad de 100 kilómetros por hora y choca contra un objeto sólido, como una pared, por ejemplo?

Yo no lo sabía, hasta que un buen amigo me dio la respuesta con los siguientes datos basados en experimentos absolutamente científicos:

EN LA PRIMERA DÉCIMA de segundo, la defensa delantera y la parrilla del vehículo se destruyen.

SEGUNDA DÉCIMA de segundo: el bonete se desmorona levantando y golpeando el parabrisas, mientras las ruedas traseras se levantan del piso. Simultáneamente la carrocería se envuelve con el objeto chocado y aún cuando el chasis se ha detenido, el resto todavía viaja a la velocidad de 100 kilómetros por hora.

El instinto hace que el conductor estire sus piernas contra el impacto y entonces se le rompen a la altura de las rodillas.

TERCERA DÉCIMA de segundo: el volante empieza a desintegrarse y la varilla del mismo alcanza el pecho y las costillas del conductor (cosa que no sucedería si el cuerpo se mantuviera en su lugar en la parte de atrás del asiento, o sea, si tuviera puesto el cinturón).

CUARTA DÉCIMA de segundo: lleva más de medio metro del frente del vehículo destruido, mientras que la parte trasera aún se mueve a 100 km por hora.

QUINTA DÉCIMA de segundo: el conductor queda aprisionado por el guía, y la sangre llega a sus pulmones. En este caso, si trajéramos el cinturón de seguridad solo nos romperíamos las costillas por la presión, pero no dañaría de manera importante los pulmones ni lesionaría los órganos internos.

SEXTA DÉCIMA de segundo: el impacto es tan fuerte que a los pies se le salen los zapatos aunque estén bien atados. Los pedales se enredan en los pies.

La cabeza del conductor golpea el parabrisas y el tablero, mientras las ruedas traseras, aún girando, caen nuevamente al piso.

(En ese momento, lo que ocurriría con el cinturón puesto es que nuestra cabeza se mantendría en posición por la tensión normal ocasionada por el normal instinto de conservación).

SEPTIMA DÉCIMA de segundo: los ejes y las puertas se desencajan atrapando al conductor. Pero a él no le incomoda, porque ya está MUERTO y las últimas tres décimas de segundo no significan nada para él, pues el problema lo representan únicamente las primeras siete décimas de segundo.

Piense usted: si el impacto se produce contra otro vehículo, la fuerza del mismo se duplicaría por la velocidad de ambos. Ahora, ¿quiere, por favor, abrocharse el cinturón de seguridad cada vez que se monte en un vehículo?



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