El sistema de primarias abiertas afecta de manera muy negativa la naturaleza y esencia de los partidos y son la vía idónea para el clientelismo, la compra de votos y la imposición de la voluntad de quien está eventualmente en el poder.
Es muy posible que con este tipo de primarias, el sentido de afiliación o de pertenencia a un grupo político determinado junto a la capacidad de elegir o ser elegido, tomando en consideración los méritos de un trabajo sostenido de liderazgo carezca de lógica.
Considero que carece de lógica el concepto de agrupación partidaria con las primarias abiertas ya que las mismas lamentablemente pueden abrir las puertas a todo tipo de maniobras fraudulentas debido a que el control normal que otorga el derecho de afiliación y de membresía está ausente y las decisiones para elegir líderes, y organismos de dirección de un partido queda a merced de la voluntad de quien está en el poder.
Sabemos que en nuestras democracias imperfectas la cultura del fraude y el clientelismo siempre están latentes, y mucho más amigos lectores ante una paulatina pero sostenida “despartidización” de los sistemas políticos latinoamericanos como escribí en otro artículo en días pasados.
Reitero que ya muchos partidos políticos en Latinoamérica se han convertido en “corporaciones económicas” al servicio de grupos económicos y políticos determinados, desviándose así de la concepción clásica partidaria, que es la de ser grupos bajo una ideología determinada.
Asimismo, en el sistema de primarias abiertas que se quiere imponer en la República Dominicana al darle poder de decisión del voto a personas o grupos determinados extra partidos, se compraría de antemano la voluntad de los “nuevos votantes”, maleando y produciendo una alienación en decisiones importantes que favorecerían eventualmente al grupo que está en el poder.
Estoy de acuerdo con una decisión del Tribunal Superior Electoral que es reciente, la cual considera que “son los militantes de un partido los que deben elegir sus candidatos durante una convención interna con su propia lista o padrón”, que “aceptar lo contrario sería provocar que los partidos políticos se conduzcan en un esquema de vulnerabilidad que desnaturalice los fines y propósitos para los cuales han sido concebidos”.
Lo que sí deben iniciar y fortalecer todos los partidos es lo contrario a las primarias abiertas: fortalecer el sistema de filiación y membresía, capaz de decidir con mejor destino un partido determinado y fortalecer su padrón contra toda influencia foránea.
Así se fomentaría la democracia interna partidaria y un partido no estaría bajo la voluntad del que está en el poder, ni sería vulnerable ante las taras que todavía están presentes en nuestro sistema político como son el clientelismo y la compra de votos.