Las piedras de río estabilizan las playas

Las piedras de río estabilizan las playas

Las piedras de río estabilizan las playas

Larimar y ambar son piedras nacionales que tienen ese origen.

Santo Domingo.-Por sus colores y variadas formas, los cantos rodados o piedras de río que bajan de las altas montanas, puliéndose entre sí por la fricción, se han convertido en un atractivo para la decoración, especialmente hotelera, en spa como alternativa de relajación y otros usos caseros.

Estas piedras que ruedan por las escorrentías de los ríos hasta llegar a las playas, logrando formas redondeadas, chatas, alargadas elípticas y otros estilos, dependiendo de su material, juegan un rol estabilizador en las áreas costeras, evitando así su degradación.

“En el país abundan en el sur, en Barahona, al pie de la Sierra de Bahoruco, de donde son remolcadas por la corriente del río Nizaíto hasta las playas o el mar, que luego, por efecto del oleaje, se van dispersando”, detalló el biólogo marino Teodocio Máximo Then.

Según el técnico de Monitoreo de Playas del Viceministerio de Recursos Costeros y Marinos del Ministerio de Medio Ambiente, en esos litorales hay muy pocas playas de arenas, sí fuertes corrientes, pero la naturaleza les ha dado una belleza muy particular, como ocurre también en Pedernales.

“Hay cantos rodados blancos, negros, mixtos, beige o marrones, dependiendo de la naturaleza o por su proceso oxidativo hasta en el mismo manto de las rocas.

En tiempos atrás, especialmente los niños, le llamaban “callaos o chatos”, al utilizarlos de forma lúdica en juegos de “trúcamelo”, detalló Then.

Otros usos les daban los taínos, al utilizarlas para macerar alimentos o como armas de defensa en forma alargada y pulidas; otras personas realizan esculturas.

Sustento

Hoy sirven de sustento a cientos de familias que viven de la extracción manual de esas rocas para construcción turística, decoración de jardines de exteriores, revestidos de baños, calzadas y piscinas, a tal punto que hay compañías que se dedican a la pequeña exportación.

“Por su condición de exóticas la gente tiende a recolectarlas de forma rudimentaria, pero cuando se sobredimensiona su captura tiene un efecto desestabilizador de las playas.

De ahí que Medio Ambiente creó un reglamento para limitar su comercio y evitar que las playas pierdan el talud o duna que protege el litoral de las olas”, concluyó Then.

Daños ante fenómenos atmosféricos

Su explotación excesiva puede provocar que el mar entre a los predios agrícolas si los hay o desestabilice las playas, por esa razón están paralizados los permisos, hasta que haya estudios más profundos.

Hay reportes de pequeñas exportaciones hacia algunas islas del Caribe donde no cuentan con ese recurso, aunque existen por lo regular donde hay ríos, añadió Then.

“Le sugerimos a la gente en temporada de playas que no abusen recolectándolos en grandes cantidades, porque eso provoca erosión, como son los casos de Gaspar Hernández y Bávaro, donde el mar ha avanzado y las costas van perdiendo cientos de metros”. Recuerda que cuando se desestabilizan las playas ocurren fenómenos naturales.



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