Santo Domingo.-“Las personas somos parecidas a un banco, lo único es que no somos entidades financieras, sino emocionales, donde se pueden realizar todo tipo de transacciones a nivel de nuestra interacción mental con otras personas.
O sea que, entre personas se realizan todo tipo de operaciones de tipo emocional (inversiones, negociaciones, ahorros, deudas y pérdidas, etcétera).
Así lo afirma el psicólogo, sexólogo y terapeuta de pareja Ramón Emilio Almánzar, quien agrega que “comenzamos a depositar y a realizar transacciones en nuestro banco primario: la familia de origen.
Ahí se van dando los primeros negocios emocionales, donde papá y mamá nos van enseñando cómo invertir y cómo ganar”.
Almánzar afirma que, en este punto, la cosa es compleja, porque en términos emocionales, muchas veces ganar no es lo mismo que en los financieros.
Relación primaria
El terapeuta del Centro Vida y Familia explica que a medida que las personas se van relacionando desde pequeños con su papá, mamá, hermanos, y cualquier persona significativa en la familia de origen, se van dado todo tipo de negociaciones emocionales.
Agrega: “Vamos introyectando todos esos patrones de vincularnos y todas esas figuras con las que hacemos dichas transacciones.
La mayoría de los asuntos de peso para nuestra vida mental pasan a ser un “capital activo”, que se mantiene en movimiento, pero no es palpable de manera concreta”.
Almánzar detalla que esto se hace de manera automática, como cuando se tiene una tarjeta de débito y ahorramos dinero en la cuenta, y luego se puede ir a cualquier cajero y retirar el dinero o comprar en cualquier establecimiento comercial.
Intercambio de emociones
De igual modo, “se va ahorrando en las cuentas emocionales de los demás y los demás en las cuentas emocionales de nosotros, y más adelante uno utiliza ese ahorro en cualquier persona y viceversa. De las cuentas comerciales somos conscientes, de las cuentas emocionales casi nunca”.
Resalta que por esto es importante que seamos conscientes de las cuentas que tenemos con cada persona, para que otras no tengan que pagarlas.
Un asunto a tener en cuenta es que, es más fácil cobrar una cuenta emocional a quien no la debe, porque la persona con la que tenemos la cuenta generalmente representa una carga emocional tan intensa que ni siquiera pensamos en tocarla por la ansiedad y el temor que nos genera.
Por ejemplo, explica el especialista, si somos maltratados por un papá inconsciente, “cuando crecemos lo más probable es que o nos sobregiremos como padres o seamos totalmente apáticos con nuestros hijos, pero lo difícil es sentarse con papá a hablar de esta cuenta personal”.
La prioridad
Saldar las deudas relacionales debe ser la prioridad #1.
Si no lo hacemos, y generalmente no se hace, estamos haciendo un salto al vacío, creyendo que caeremos en un colchón confortable.