Todos los días, desde que pongo el primer pie en la sala de redacción de este periódico, el editor de diseño me recibe con la misma pregunta:
-Doctor… ¿va a escribir hoy su columna?
Comprendo que el buen hombre necesita saber desde temprano cómo ha de distribuir los espacios a lo largo de las páginas que tiene que diseñar, pero para mí, perseguido día tras día con el mismo reclamo, es como si fuera intimado mediante un acto de alguacil para pagar una deuda interminable contraída con ustedes, mis lectores.
Para variar, otro saludo que recibo a veces al llegar a mi oficina contiene un toque de sarcasmo que disimulo para evitar un disgusto de orden laboral:
-Doctor… ¿no han llegado las musas?
Pues bien, hoy es uno de esos días en que mi respuesta ha tenido que ser:
-No, no han llegado ni llegarán hoy; las musas están de vacaciones.
Efectivamente. Hoy no hay inspiración. Veremos si alguna de las nueve musas de la antigüedad se digna venir mañana.