Acualquier atleta le afecta la mucha exposición en los medios de comunicación, porque debe, por necesidad, tener un control mental de primer orden para sobrellevar la fama sin afectar su labor en la cancha.
Son muchos los que entienden que estar en el medio no hace daño, que esa es la mejor forma de obtener beneficios, en especial económicos.
Sin embargo, la sobre exposición hace que todos estén observando sus actuaciones en la cancha o fuera de ella.
Los ejemplos sobran, de atletas que en un momento se saturan por la tanta publicidad que reciben, a tal punto que afecta su privacidad.
Y es ahí donde comienza a sentir que debe haber una frontera, un límite de exposición en cualquier terreno.
Son muchos los que proyectados como futuras superestrellas se han quedado cortos, es decir, no han materializado las expectativas, por las tantas loas que reciben a través de los medios de comunicación; incluso, los afecta entre sus amistades y familia.
Un caso que siempre me ha llamado la atención, porque se trata de un dominicano, sucedió con Luis Felipe López, quien como baloncestista universitario se le dieron portadas de las grandes revistas deportivas de Estados Unidos, proyectándolo como un Michael Jordan.
Y aunque usted no lo crea, en estos momentos esa sobre exposición afecta a Lebron James.