Las lágrimas del pollero

Las lágrimas del pollero

Las lágrimas del pollero

David Alvarez

Si alguna vez ha visto un pollero lagrimeando al torcerle el cuello a un pollo, esté seguro que no es por la vida del infeliz animal, si no por el dolor en la muñeca de hacer tan asesino ejercicio con tantas aves al día.

El simil es propicio al pensar en la propaganda que el CONEP desarrolla a favor de modificar el Código Laboral. Llegando dicha publicidad al colmo de parecer mensajes de líderes sindicales y no de los patronos.

Si el empleo no genera un consumidor -dicho en términos muy empresariales- no sirve más que para acumular la riqueza del dueño del medio de producción. La productividad no puede intentarse abaratando el empleo, eso es criminal.

Se necesita un empresariado más creativo y sobre todo comprometido con el bienestar de la sociedad en su conjunto.

La cesantía, tal como la conocemos en nuestro páis, es una de las pocas garantías que tiene un empleado o trabajador en la medida que permanece en su puesto, eliminarlo es una aberración.

Hay fórmulas que permiten convertir esos recursos en capital para la inversión, pero eso demanda que el empresariado vea más allá de los chelitos que quieren ganar.

Con un sindicalismo cooptado en puestos públicos y deconectado de sus bases, que los convierte en payasos eternos que se expresan a conveniencia personal, ni el chapulín salva a los trabajadores.

Entre unos empresarios cheleros, unos sindicalistas inorgánicos y la falta de políticas progresistas, los asalariados están en manos del pollero.



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