Israel ha estado recientemente sumido en el caos.
Tras semanas de protestas históricas, líderes sindicales hicieron un llamado a una huelga general contra la controvertida propuesta de reforma judicial del gobierno de coalición encabezado por el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que los críticos consideran que socava la democracia y la justicia.
Finalmente, el lunes por la noche, Netanyahu anunció una pausa en la tramitación de la legislación, para evitar «una ruptura entre nuestra gente».
La decisión fue anunciada después de que el domingo se viviera una de las más intensas jornadas de protesta, con cientos de miles de israelíes tomando las calles para expresar su descontento contra el despido del ministro de Defensa Yoav Gallant, quien se había pronunciado contra la reforma.
Sin embargo, no está claro qué puede lograr esta demora, más allá de ganar tiempo.
Antes de que se anunciara la pausa, Isaac Herzog, presidente con funciones sobre todo protocolarias, le había pedido a Netanyahu que frenase la legislación para calmar la situación.
La Casa Blanca en Estados Unidos también había emitido un comunicado instando a las partes a buscar un consenso lo más pronto posible.
Según expertos, Netanyahu se encuentra en una «encrucijada». Por un lado le presionan la calle y la oposición. Por otro las facciones de extrema derecha de su coalición que le piden «no rendirse ante la anarquía».
La solución se avista difícil. Estas 3 claves explican la crisis.
1. Polémica reforma judicial
La reforma judicial es la «piedra angular de la política de la nueva coalición nacionalista-religiosa de Israel dirigida por Netanyahu» que se formó en diciembre, según reportó Yolanda Knell, corresponsal de la BBC en Jerusalén.
«El objetivo de las reformas es dar al gobierno una influencia decisiva sobre la elección de los jueces y limitar la capacidad de la Corte Suprema para fallar contra el Ejecutivo o anular la legislación», agregó.
Según las propuestas, los políticos desempeñarían un papel dominante en la selección de jueces y permitirían que el Knesset, el Parlamento de Israel, anule los fallos de la Corte Suprema con una mayoría simple y elimine algunas leyes de la revisión judicial por completo.
Netanyahu defiende que la reforma está diseñada para limitar que los tribunales excedan sus poderes y que ésta fue votada por el público general en las últimas elecciones.
Los críticos dicen que esto pone en peligro el sistema político de controles y equilibrios, ya que Israel no cuenta con una Constitución y tiene solo una cámara parlamentaria controlada por la coalición gobernante.
La reforma ha sido el detonante de las protestas más masivas en la historia de Israel desde el comienzo de este año. En un país de 10 millones de habitantes, cientos de miles tomaron las calles en las jornadas más intensas.
Los rivales políticos de Netanyahu han agitado las protestas, aunque la férrea oposición a la reforma se ha manifestado en varios frentes políticos.
Un número creciente de reservistas, la base de las fuerzas armadas de Israel, ha mostrado su descontento negándose a reportarse para el servicio militar.
Israel está situado en una de las regiones más volátiles del mundo y el pulso de los militares preocupa porque amenaza directamente a la seguridad del país.
2. La encrucijada de Netanyahu
Benjamin Netanyahu, quien ha dominado la política israelí en los últimos 20 años, se encuentra en el centro de esta polémica.
A pesar de que enfrenta un juicio por cargos de soborno, fraude y abuso de confianza, que él niega, fue reelecto en noviembre de 2022 tras 18 meses en la oposición.
Este es su sexto mandato como primer ministro y tiene ahora una mayoría en el Knesset (Parlamento) encabezando un gobierno de coalición de partidos religiosos y de extrema derecha.
La postura de sus socios de gobierno y la furia en las calles ponen ahora a Netanyahu en una encrucijada de difícil salida.
«Es obvio que ahora es una cuestión de supervivencia política«, opina para la BBC el profesor Yuval Shany, investigador del Instituto de la Democracia de Israel.
Shany explica que el problema real para el primer ministro es que «estará condenado si detiene la reforma, pero también si sigue adelante«.
La presión sobre Netanyahu es tal que «realmente no tiene opción política más que detener o al menos pausar la legislación», algo que anunció este lunes.
El especialista añade que esto puede causar «que algunas facciones de extrema derecha abandonen la coalición y que el ministro de Justicia renuncie».
3. Inestabilidad política y divisiones sociales
Los cargos contra Netanyahu han provocado una división sobre su capacidad para estar al frente en el país.
Desde 2019, Israel ha celebrado cinco elecciones donde políticos de distintos espectros no han podido formar gobiernos estables.
En noviembre de 2022, un bloque de partidos religiosos extremistas liderados por Likud, el partido de Netanyahu, ganó una clara mayoría en las elecciones. Es el gobierno más religioso y de más línea dura en la historia del país.
Aquella elección, según el periodista Anshel Pfeffer del periódico Haaretz, expuso una tendencia clara.
«La identidad interna o guerra cultural en Israel entre lo que algunos ven como el lado más liberal y abierto de la sociedad israelí contra el sector más religioso y extremo de Israel y la sociedad judía», dijo.
Dentro de la agenda política de esta coalición se encuentran debates polémicos como la promesa de anexar Cisjordania.
Los socios de Netanyahu rechazan la solución de dos Estados para el conflicto entre Israel y los palestinos, la fórmula internacional que propone un Estado palestino independiente en Cisjordania junto a Israel, compartiendo Jerusalén como capital.
También ha habido preocupaciones sobre las posturas rígidas de algunos ministros sobre la aplicación de la ley judía y el respeto de los derechos LGTB.