La teoría económica define las economías de mercado como aquellas donde la inversión, producción y distribución de bienes y servicios son guiadas por la oferta y la demanda con la mínima intervención estatal en procura de la eficiencia e innovación.
Este sistema de oferta y demanda venía en declive en América debido a giros políticos populistas, comunistas o dictatoriales, como los casos de Chile, Venezuela o Nicaragua.
Sin embargo, el triunfo reciente de José Antonio Kast como presidente electo de Chile ha acentuado un viraje en proceso de muchas economías de nuestros hemisferios en favor de una economía de mercado. Muchos comunicadores tildan este giro como de extrema derecha o conservadurismo, en un intento vano de desacreditar economías encabezadas por la libre voluntad.
Algo muy importante y que no debe confundirse es que en las economías de mercado las leyes son estrictamente respetadas y los reglamentos tienden a presentar los menores estorbos posibles al libre accionar, sin dejar de defender al ciudadano de abusos de corrupción, monopolios u otras actividades lesivas al bien común. Las violaciones son consideradas de manera estrictas, sin favoritismos, injerencia política o favores partidistas, sean estos de políticos o empresarios.
Con el triunfo de Kast en Chile rechazando las políticas del izquierdista Gabriel Boric, ya son muchos países guiados por una economía de mercado. Tenemos ahora a Milei en Argentina, Rodrigo Paz en Bolivia, Daniel Noboa en Ecuador, José Mulino en Panamá y Nayib Bukele en El Salvador, entre otros.
Todos estos gobiernos surgieron por la preocupación ciudadana por la seguridad pública, las frustraciones económicas de constantes presupuestos deficitarias, el avance de la comunicaciones digitales, la inflación y la corrupción. Otro factor de gran influencia sin dudas ha sido la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos y su enfoque en las Américas con un resurgir sutil de la doctrina Monroe.
Celebremos esta tendencia entre nuestros países americanos y hagamos esfuerzos para que la impunidad judicial, influenciada por favores políticos frente a la rampante corrupción, no nos desprestigie nuestros sistema actual.