Tal y como se anunció en la tercera semana de agosto del pasado año, antes de que la indignación social aparcara el propósito temporalmente y obligara a una ronda de “consultas”, todo parece indicar que la Cámara de Diputados se propone aprobar el Código Penal sin las tres causales.
Esto a pesar de que, por lo menos desde 2016, el hoy partido de gobierno ha ofrecido otra cosa.
Comete un error quien piense en atropellar el proceso para tratar de incumplir una promesa reiterada. Es un cálculo político que pasa por la idea de que las mujeres dominicanas no sabrán defender sus derechos.
Es un error grave, reitero, porque ellas han demostrado siempre su resiliencia política. Por eso, en circunstancias socialmente menos propicias han logrado cambios a los que hoy ya nos hemos acostumbrado a pesar del escándalo que en su momento representaron. Y están listas para dar el siguiente paso.
Habrá quien diga que no todas las mujeres apoyan las tres causales. Y es cierto. Pero la naturaleza de los derechos implica que son para todos, incluso para quien opta por no ejercerlos.
Los derechos no obligan, sino que permiten que cada cual actúe según su conciencia. Por eso, la lucha por los derechos que hoy llevan a cabo las defensoras de las tres causales protege también a las mujeres que no interrumpirían un embarazo bajo ninguna condición o circunstancia.
Es por esto por lo que es equivocado el cálculo político -si lo hay- detrás del propósito de enviar las causales a una ley especial que nunca será aprobada. Se trata de una maniobra para restringir derechos convirtiendo al Estado en guardián de la moral que, después de perder su capacidad de convicción, algunos quieren imponer por la fuerza.
No se entiende esto porque, al final del camino, quien se verá obligado a cargar con la responsabilidad de promulgar o no la ley es el presidente de la República. Una vez más, tendrá que exponerse él para sacarle las castañas del fuego a sus partidarios.
Y esta vez a costa de una parte importante de la coalición política que lo llevó al poder. Será muy difícil explicar por qué, contrario a lo que hicieron sus dos antecesores, no observó el Código Penal por la ausencia de las causales.
A pesar de todas las resistencias, la mujer dominicana ha empujado a esta sociedad por el camino hacia la justicia. Lo seguirá haciendo, y todos los que la obstaculicen comprobarán su enorme capacidad de resiliencia.