Mientras unos conmemoran el primer aniversario de la muerte de Hugo Chávez en el oeste de Caracas, en el este otros protestan en contra del gobierno que dejó el expresidente.
Tras un mes de marchas, disturbios y debate por las protestas en contra del presidente Nicolás Maduro, conocido como «el hijo de Chávez», hay una pregunta formulada por varios observadores que resuena en el ambiente: ¿se resquebrajará algún día la lealtad de las bases chavistas?
Durante los 15 años de la llamada Revolución Bolivariana ha habido chavistas que se convierten en críticos del gobierno, algo que los venezolanos definen como «saltar la talanquera».
Uno de los retos más grandes de Maduro, quien súbitamente tuvo que reemplazar a uno de los políticos más carismáticos de la historia reciente de América Latina, ha sido mantener cohesionada a la base popular del chavismo.
Y las condiciones, además, no han sido favorables: la crisis económica es cada vez más profunda y la inseguridad está arrojando números de criminalidad que algunos comparan con los de un país en guerra.
El aniversario de la muerte de Chávez llega, sin duda, en un momento difícil para el gobierno.
Qué dicen los chavistas
En el barrio 23 de Enero de la capital venezolana, lugar de reposo del cuerpo de Chávez, se ven imágenes del expresidente en cada esquina. Se le ve solo, cargando armas o saludando a la bandera. Pero también en imágenes junto a famosos líderes de la izquierda universal, como Mao Zedong y Ernesto Guevara.
Allí, hablar de política es cuestión de rutina: la gente está enterada de los movimientos del gobierno, de lo que pasa en la oposición y, sobre todo, tiene una opinión asertiva de lo que ocurre en Venezuela.
En «el 23», como se le conoce a esa parroquia de 100 mil habitantes, no es difícil encontrarse con un crítico de Maduro.
«Maduro tiene un problema de carácter, ya que no se ve tan fuerte como Chávez; no se ve como un presidente», dice José Gonzales, miembro de un consejo comunal en la parroquia. «Sin embargo, lo apoyamos y acompañamos en su gestión».
Algo parecido a ese debate se ha podido ver en la pagina web de línea chavista Aporrea, en la que se generan largos, dinámicos y, en términos marxistas, «dialécticos» debates sobre los problemas de Maduro.
De hecho, en enero, un comentarista de la página, Toby Valderrama, criticó a Maduro por «falsificar el Plan de la Patria» de Chávez con «intervenciones de la derecha», lo que llevó al propio presidente a decir que algunos «estaban preparando el camino para la traición definitiva a la revolución».
Ese debate, que va desde lo económico hasta lo ideológico, desde lo comunitario hasta lo nacional, es el que se está dando en las bases del chavismo un año después de la muerte de su fundador.
Incertidumbre
Durante estos 11 meses de gobierno, Maduro ha hecho diferentes llamados «a la unión», algo que varios interpretaron como la confirmación de una división.
Desde que murió Chávez se ha hablado de diversas líneas entre el chavismo, sobre todo de la diferencia entre el ala de Maduro, descrita por algunos como más moderada y abierta al diálogo, y el ala del presidente del Congreso, Diosdado Cabello, considerada más radical.
Ambos líderes, sin embargo, han negado las diferencias y se han mostrado unidos en eventos, fotos y cadenas nacionales por radio y televisión.
Cuando se consulta a fuentes dentro del gobierno las respuestas coinciden en que el respaldo va más allá de la figura del actual mandatario, y que más bien se trata de mantener el proyecto político vigente.
«Yo sé que las cosas están jodidas en estos momentos, pero si la opción es que la oposición vuelva al poder yo sigo apoyando a la Revolución», señala una fuente oficial a BBC Mundo, que pidió no ser identificada.
Unión de diversidades
En efecto, hay chavistas que pueden no ser maduristas, pero no por eso «saltan la talaquera».
Algunos observadores piensan que el chavismo se puede convertir en el mediano plazo en algo parecido al peronismo en Argentina: una organización grande dentro de la cual hay tendencias que van de la derecha a la izquierda.
«El futuro político del país está en el chavismo, ya que es probable que en un mediano o largo plazo la futura oposición nazca de un sector disidente del chavismo», le dice a BBC Mundo el politólogo Nícmer Evans.
Uno de los académicos más cercanos a Chávez y ahora crítico de Maduro, el sociólogo alemán Heinz Dieterich, señala a BBC Mundo que «lo monolítico del partido que creó Chávez ya es cosa del pasado».
Sin embargo, Evans -también de línea chavista- no cree que eso ocurra pronto y por el contrario piensa que las actuales protestas contra el gobierno han fortalecido la unión dentro del chavismo.
Una apreciación que el politólogo de línea opositora Luis Vicente León comparte: «Cuando tú generas un enemigo externo para toda una colectividad puedes unificar tus fuerzas».
Es la economía
Pero al mismo tiempo, añade León, «en la medida en que el gobierno no arregle los problemas y tenga menos espacio para hacer medidas populistas, la conexión popular de Maduro se puede afectar».
Para muchos, el manejo que Maduro le ha dado al problema económico -que se resume en inflación, déficit fiscal y escasez- ha sido deficiente.
Y más allá de si fue un problema heredado, la situación se ha puesto crítica durante el año de Maduro.
A pesar de que dentro del oficialismo se maneja la idea de que hay una guerra económica de la derecha venezolana y Estados Unidos para sabotear al gobierno, no son pocos los chavistas que atribuyen a Maduro la responsabilidad de que tengan que pasar largas horas en filas esperando para comprar harina.
«La muerte de Chávez y la llegada de Maduro al poder», dice el exministro de planeación de Chávez Felipe Pérez Martí, «coincidió con un momento en que se volvió evidente la hiperinflación».
«Y Maduro, que es muy fáctico y quiere quedar bien con todo el mundo, ha respondido a eso con políticas que no solucionan la raíz del problema», asegura a BBC Mundo el economista.
Dieterich comparte esa idea: «Maduro no resolvió la modernización del modelo de Chávez, que estaba pendiente desde 2010, y por ahora la crisis se ha vuelto intolerable».
Desde los barrios
Uno de los debates que se han dado durante estas semanas de protestas es por qué los habitantes de los barrios populares, que son la mayoría de la población, no salen a las calles.
Según León, «siete de cada 10 venezolanos evalúa la situación como mala, pero eso no significa que el 70% quiera a Maduro fuera, sino resolviendo problemas».
Muchos creen que los descontentos de los barrios no salen a la calles por miedo a la represalia del gobierno. Pero otros lo atribuyen a que «la crisis económica no ha mostrado su verdadero rostro», como le dijo a BBC Mundo el líder de la oposición Henrique Capriles.
Pérez Martí, que es un fiel contribuyente a los álgidos foros de chavistas por internet, dice que «si no se resuelve el tema económico, los chavistas van a terminar rebelándose».
De la base chavista, entonces, parece depender el futuro de Venezuela. Una vez más.