Cuando recibí la invitación de Don José Peralta Michel para la presentación de su libro “Las décadas de mi vida”, Memorias Imperdibles, el titulo llamó mi atención. Me pareció interesante que sus remembranzas fueran narradas por décadas.

Ponderar cada una, ayuda a concentrarse mejor en lo esencial, en las fuentes fidedigna de los valores y acciones que la rigieron.

Pienso que mirar atrás, evocar y plasmar lo vivido, es propio de quienes han sabido mantenerse en paz con su conciencia, satisfecho con lo realizado. Con esas reflexiones, asistí a la presentación del libro.
El salón, en la Biblioteca Nacional, estaba lleno de amigos y familiares de Don José. Ocupé un lugar desde donde pudiera observar todo el escenario.

Ese día entendí porque dicen que cualquier muchachito tiene ochenta años. Don José luce estupendo. Con entusiasmo, habló de cómo escribió la obra. “Mi archivo cerebral, su gaveta era una y la saqué tantas veces que al final sus rueditas chirriaban“, expresó.

Doña Lesbia, su esposa, elegante y serena como siempre, lo miraba con mezcla de amor y admiración, mientras sus hijos, José Ramón, Alfredo y Jaime, no ocultaban su orgullo.

Su amigo, Efraín Castillo, muy emocionado, ponderó la obra, empeñándose en que se entendiera el concepto memoria. Habló de proceso fisiológico que sirve para almacenar, archivo de la vida donde entran los sentimientos, maleta, zafacón de lo aprendido, registro de la existencia, al que recurrimos para evocar, autobiografía, etc., como si persiguiera que valoramos la fuente fidedigna, de lo vivido y presentado por Don José.

Por su parte, Eduardo García Michel quien escribió el prólogo dijo, “es una obra mágica, excepcional y aleccionadora que no pude dejar de leer de un tirón”, “el autor muestra su alma al desnudo, limpia, cristalina, llena de cicatrices, que curaron solo por amor a los demás”.