Los cotejos o comparaciones surgen desde el principio del mundo, porque cada individuo o colectividad escoge como líderes a los que considera más fuertes física y mentalmente.
Al principio, los poseedores de músculos más fuertes eran los que más se valoraban para escogerlos como líderes, lo que traía como consecuencia natural el cotejo entre individuos, al punto de que para contrastarlos se apelaba a la confrontación directa.
Esa situación ha cambiado radicalmente a través de los años con el amplio desarrollo de las estadísticas, las cuales recogen los más mínimos detalles en cualquier actividad.
Los deportes, junto con las ciencias económicas, son los que más se benefician de la compilación de datos.
De ese desarrollo han devenido las comparaciones en todas las disciplinas, pero en lo individuales y de conjunto.
El deporte, a pesar de que todas las vertientes de una disciplina están “patentizadas” estadísticamente, generan la mayor cantidad de comparaciones, producto de hechos objetivos y subjetivos.
Por eso es que resulta tan difícil convencer a quienes “endiosan” a sus ídolos, hacerles comprender la superioridad de unos sobre otros. Es prácticamente una misión imposible.
Y la últimas grandes comparaciones las vienen generando Michael Jordan y LeBron James, ambos con seguidores súper fanatizados que no comprenden la realidad, y que se dan el “lujo” en forma “olímpica”, de aborrecer las estadísticas, cuando no se inclinan a su favor.
A los fans de Jordan nadie los convence de que Lebron lo supera, pero lo mismo ocurre a la inversa. Para usted, ¿cuál es el mejor de los dos?