Sentía un incómodo desconcierto en relación al título. En la trama de mi novela los secretos, la maldad sin límites, la crueldad más despiadada, conformaban un panorama alarmante sobre la condición humana.
Tras terminar el libro y corregirlo una y otra vez, me hallaba situado frente a la computadora, mirando sin mirar la pantalla. Recordé, entonces, una frase que leí en uno de los siete u ocho voluminosos tomos de la serie “Caballo de Troya” de J.J. Benítez: “Pero las circunstancias son las circunstancias y, en ocasiones, es preferible acomodarse a ellas, jugando las siempre insólitas cartas del destino”. Me repetí: “Las siempre insólitas cartas del destino”…
¿Cuáles son las inesperadas cartas que han sido lanzadas sobre la mesa de juego tras la celebración de las “primarias” y el equívoco triunfo del candidato del Presidente, su equipo y los sectores empresariales y de otra índole que le respaldan?
Recordé que días atrás, al salir de un centro comercial, tropecé con una persona a la que hacía tiempo no veía. Tras saludarnos, me confesó, preocupado, lo que en su opinión “le podía caer encima a República Dominicana”.
Lo que me dijo fue: “Quienes ahora detentan el poder político y económico se sienten nerviosos. Y es que pueden perder la administración, el partido oficial e incluso su presente y su futuro, sus fortunas y negocios, y hasta su libertad personal. Conocen muy bien las cuentas de su rosario.
Para ellos también es esencial el proyecto de unificar Haití y República Dominicana. Es un compromiso”.
“Harán cuanto esté a su alcance para frustrar cualquier asomo de riesgo para sus propósitos. Y es la regla común para todos los eventos comiciales que se van a efectuar durante 2020”.
Cerré los ojos y pensé en las complicadas situaciones de nuestra cotidianidad. En lo que nos han hecho y le han hecho al país. Lo que quieren hacerle.
Vi el bello rostro de María Melina Caputo Flores, de 17 años, una joven turista argentina que murió tras recibir “una descarga eléctrica cuando subía las escaleras del hotel Be Live Collection Canoa”.
Las autoridades insistieron que se trató de un quebranto hasta ser desmentidas por la experticia forense. Recordé un niño muerto a balazos frente a una parada de autobuses, y “los riesgos apocalípticos que acechan las finanzas públicas” entre ellos la quiebra del sistema de pensiones.
La gente observa el acontecer, las evidencias. Se percibe en el ánimo colectivo el profundo desasosiego, la tristeza. Quien ha seguido con fría objetividad el acontecer de estos últimos días es forzoso que haya arribado a numerosas conclusiones.
Estas “primarias” han recompuesto el panorama político nacional. La credibilidad del organismo electoral ha sido severamente dañada.
Existe una aprensión generalizada en cuanto a sus ejecutorias futuras.
Debido al respaldo logrado, el liderazgo del expresidente Fernández ha remontado. Su “derrota” (percibida como producto del engaño y el fraude) ha contribuido a elevar sus dimensiones y expectativas.
La corriente que le adversa es visualizada con temor y rechazo.
Existe el riesgo de que la confrontación política, cada vez más virulenta, desate los demonios del desorden social y agrave seriamente la convivencia entre ciudadanos y autoridades.
Es preciso prepararse para un incremento de las actitudes autoritarias y despóticas oficiales, atentados contra las libertades públicas, los derechos ciudadanos y la relativa institucionalidad democrática.
Un panorama, en definitiva, poco edificante. Lo repito, todos sabemos a qué atenernos. El futuro se nos presenta cargado de nubarrones oscuros y tremendas dificultades. Esperemos.