Personas sale con ayuda humanitaria entregada por una entidad privada en las afueras de Les Cayes (EFE)
Les Cayes (Haití).- Las principales bandas armadas de Haití afirmaron este domingo que han aceptado una tregua para permitir la distribución de ayuda humanitaria a los miles de afectados por el terremoto de la semana pasada, que causó al menos 2.207 muertos y más de 12.000 heridos.
Jimmy Cherizier, alias Barbecue, líder de G9 an Fanmi e Alye, la federación de bandas armadas más importante del país, confirmó la tregua en un video, aunque las autoridades no han corroborado la existencia de un acuerdo.
“Felicitaciones para nosotros porque en este momento hemos decidido hacer la paz”, dijo Barbecue, agradeciendo a las bandas que controlan la barriada Martissant, en la carretera entre Puerto Príncipe y la zona más afectada por el terremoto, por haber dejado pasar los convoyes de ayuda humanitaria.
El capo también anunció que su grupo armado llevará ayuda en los próximos días a las víctimas del terremoto y pidió a todos los haitianos que colaboren con las víctimas de la forma que puedan.
LA CARRETERA, CONTROLADA POR BANDAS
La inseguridad ha sido una de las principales complicaciones para hacer llegar la ayuda a la península del suroeste de Haití, la zona más afectada por el movimiento telúrico de 7,2 grados, una región donde 650.000 personas necesitan de asistencia.
En especial, debido a la presencia de bandas armadas en el barrio de Martissant, en la periferia de Puerto Príncipe, zona de paso obligado por vía terrestre para llegar a esa zona.
El coordinador general de Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid) en Haití, Manuel Alba, dijo a Efe que la inseguridad es “total”, a pesar de que “ha habido una especie de negociación” para decretar una tregua.
No obstante, esa tregua “no es real. Eso es como negociar con el diablo. Es complicado”, dijo el responsable de la Aecid, organismo que en colaboración con varias ONG españolas envió este domingo a Haití un cargamento de 30 toneladas de ayuda.
SAQUEOS DE LA AYUDA HUMANITARIA
Además, la situación de Haití es tan precaria que, ante un desastre como este, la desesperación de parte de la población ha llevado a que se hayan registrado varios saqueos de camiones de ayuda humanitaria.
“Lo que hay que hacer es tener mucho cuidado, ir en convoy e informarse muy bien” antes de emprender viaje, dijo Alba, que señaló que los camiones asaltados en los últimos días iban “sin ningún tipo de escolta».
El director del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en Haití, Pierre Honorat, señaló a Efe que “la situación de inseguridad puede interrumpir la asistencia” de la organización a la población vulnerable.
“Estamos hablando con las autoridades y todos los actores implicados para intentar evitarlo”, apuntó.
ORDEN Y SEGURIDAD, LAS CLAVES DEL ÉXITO
No todos los repartos de ayuda son problemáticos. Esta mañana se estaban entregando 700 paquetes de comida procedentes de una donación privada, acción que ha estado organizada por Yvone Alcegarie, agrónomo de profesión que no pertenece a entidad alguna.
Según explicó durante la distribución en un hotel cercano al aeropuerto de Les Cayes, la logística se ha basado en un levantamiento previo para localizar a las familias más necesitadas de apoyo, a las que se entregó un vale con el que debían presentarse en el lugar este domingo, día del reparto.
La Policía ha colaborado apostando a doce agentes para custodiar la operación en las instalaciones, donde los portadores del resguardo han recibido agua, arroz, aceite, habichuelas y, en el caso de madres con niños pequeños, pañales.
ALIMENTAR EL ALMA
Muchos haitianos también necesitan alimentar su espíritu y buscar consuelo en la religión, aunque los templos de las distintas creencias han preferido ofrecer los oficios en la calle y muy temprano, salvo uno.
A las afueras de Les Cayes, un grupo de devotos evangélicos participaba en el culto ofrecido por el pastor Severin Macdy Jonas, en una estructura a medio construir y afectada por el sismo, donde se reunió parte de la congregación en el primer servicio después del terremoto.
“No tenemos demasiado miedo de estar dentro”, afirmó. “La gente necesita rezar. Hoy estamos obligados a reunirnos para agradecer al Señor su ayuda”, agregó el pastor, que ha visto reducida su congregación a causa del desastre.