Desde hace unos años un grupo muy reducido al nivel local, cuyos argumentos rayan en lo ridículo, se han dado a la tarea de presentar al baloncestista puertoplateño Al Horford, como un atleta que cuando se ha necesitado, reniega la patria.
La verdad es que no logro entender a quienes con mucha vehemencia se han metido entre ceja y ceja esa barbaridad.
Me sentí satisfecho cuando los “argumentos” que en tal sentido esgrimen esos “patriotas”, se fueron al suelo, primero por las declaraciones sobre su amor a la patria, cuando arribó al país con la bandera en manos.
Luego, las valoraciones a su país, cuando le fue otorgada por el presidente Luis Abinader la condecoración de la orden del Mérito de Duarte, Sánchez y Mella en el grado de Caballero.
Al día siguiente, el accionar más significativo de su parte fueron las clínicas que junto al dirigente de los Celtics de Boston, Joe Mazzulla, impartió a centenares de niños y jóvenes en el polideportivo Eleoncio Mercedes en La Romana.
Ese aspecto humano y solidario de Horford es probable que quizá le quite fuerza a sus detractores, que ahora recuerdo, no le perdonan que no se haya integrado a la selección cuando asiste a eventos internacionales, a pesar de que ha dado sus razones válidas para su ausencia.
Bueno, vamos a dejarlo ahí, pero que se sepa que con esas posiciones radicales y muchas veces insensatas, no gana absolutamente nadie.
RADARES. Es verdad que Saúl Canelo Álvarez lució muy superior al boricua Edgar Berlanga, sin embargo, no cumplió sus vaticinios de que no le iba a pasar del octavo asalto.
Berlanga, a pesar de que no había peleado con un rival de tanta envergadura, hizo un trabajo decente, porque aguantó de todo y se mantuvo de pie, dando un buen espectáculo.