Nueva York.– La expectación por las nubes solo para el draft. Un calendario televisivo con ella como protagonista. Picos en el precio de las entradas de sus partidos.
Así es la WNBA que recibe al ‘fenómeno Caitlin Clark’ en un momento histórico y clave para el crecimiento del baloncesto femenino en Estados Unidos.
La pasada temporada en la WNBA, la liga tenía dos ‘superequipos’ que acaparaban casi toda la atención y que acabaron jugándose el título.
Por un lado estaban Las Vegas Aces, que conquistaron su segundo anillo consecutivo con Becky Hammon en el banquillo y con figuras en la pista como A’ja Wilson, Chelsea Gray, Kelsey Plum, Candace Parker o Jackie Young
Por el otro, las New York Liberty, también con una plantilla repleta de nombres muy destacados de la liga como Breanna Stewart, Jonquel Jones, Sabrina Ionescu o Courtney Vandersloot.
Este miércoles, la WNBA anunció qué partidos se emitirán a escala nacional en la temporada 2024, que empieza el 14 de mayo.
Pero el conjunto que más se verá en esa privilegiada ventana no serán ni las Aces ni las Liberty sino las Indiana Fever, un equipo de la parte baja de la clasificación, que terminó el 2023 en antepenúltimo lugar y colista en 2021 y 2022 y que, sin embargo, tendrá este año 36 de sus 40 partidos de fase regular en televisión nacional y ‘streaming’.
¿Por qué entonces ese trato especial en la pequeña pantalla? La respuesta tiene nombre y apellido- Caitlin Clark.
Las Fever cuentan con el número uno del draft de la WNBA, que se celebrará este lunes 15 de abril en Nueva York, y es una certeza absoluta que elegirán a este prodigio surgido de Iowa y que está llamado a cambiar el baloncesto femenino.
Convertida ya en una estrella total en EE.UU. más allá del entorno universitario, Clark tuvo una despedida de la NCAA casi ideal, al menos en cuanto a giros de guion, ya que Iowa se vengó de Angel Reese y LSU, que les dejaron sin título el año pasado; eliminó en las semifinales a UConn con tanta emoción como polémica; y en último término se inclinó en la final ante un soberbio equipo de South Carolina, encabezado por la brasileña Kamilla Cardoso y que acabó imbatido el curso (39-0). El ‘March Madness’ femenino, con Clark como punta de lanza, se vivió este año en EE.UU. con muchísimo más interés que el masculino.
La máxima anotadora de la historia de la NCAA (en mujeres y hombres) respondió asimismo con algunos recitales increíbles como los 41 puntos, 7 rebotes y 12 asistencias que consiguió ante LSU. Pero Clark también deja récords fuera de la pista.
Uno de los más asombrosos tiene que ver con la audiencia televisiva puesto que la final femenina de la NCAA, según los datos de la cadena ESPN que retransmitió el encuentro, se convirtió en el evento deportivo en inglés más visto en EE.UU. desde 2019 excluyendo al fútbol americano y los Juegos Olímpicos (18,9 millones de espectadores de media con un máximo de 24,1 millones).
La NCAA sacó partido todo lo que pudo el ‘fenómeno Caitlin Clark’ y ahora le toca el turno a la WNBA, consciente de que tiene ante sí una oportunidad histórica de crecimiento para la liga. Aprovechar el momento Caitlin Clark Solo un año después de que la NBA pusiera su alfombra roja para recibir a un ‘unicornio’ como Victor Wembanyama, la WNBA se dispone a hacer lo mismo con una anotadora impresionante que por su extraordinaria facilidad para meter triples por muy lejanos que sean recuerda a un genio como Stephen Curry.
La expectación por Clark ya se percibe con claridad en los precios de las entradas. Por ejemplo, las Fever, que también tuvieron a la número uno del draft anterior (Aliyah Boston), descorcharán su temporada a domicilio el 14 de mayo contra las Connecticut Sun.
El boleto más barato para ese partido en el Mohegan Sun Arena de Uncasville (Connecticut, EE.UU.) costaba 87,23 dólares según los datos consultados este miércoles en la plataforma Vivid Seats.
En cambio, ver el partido entre las Sun y las Washington Mystics en el mismo estadio y solo tres días después solamente cuesta 35,67 dólares. Por supuesto, el interés en Indiana por ver a su nueva estrella es enorme y la entrada más asequible para asistir a su debut en casa el 16 de mayo contra las New York Liberty cuesta 86,70 dólares.
Pero el resto de la WNBA también se prepara para disfrutar del aterrizaje de Clark. Un buen ejemplo de ello es que las Aces cambiaron recientemente el estadio en Las Vegas de su partido del 2 de julio contra las Fever pasando de su Michelob Ultra Arena habitual, con capacidad para 12.000 personas, al T-Mobile Arena, que puede acoger a 18.000 espectadores.
La WNBA cuenta en estos momentos con 12 equipos y cada uno de ellos disputa 40 encuentros en la temporada regular antes de afrontar el ‘playoff’ en el que se decide el campeón.
Dos citas destacan a mitad de curso- el All-Star de la WNBA, en el que se enfrentarán las representantes de la selección de EE.UU. contra un combinado del resto de jugadoras de la liga; y la Copa de la Comisionada, un torneo estilo copa en el que se inspiró la NBA para su reciente y exitoso NBA In-Season Tournament.
La WNBA tiene el deber y la necesidad de transformar esta oportunidad con Clark en un motor de crecimiento para la liga, sobre todo pensando en que su acuerdo televisivo acaba en 2025 y cuya renovación podría apuntar a cifras récord.
Sin embargo, la WNBA también tiene otros números menos glamurosos y más controvertidos. Por ejemplo, el salario máximo de las jugadoras en esta temporada, según el convenio, no llegará a los 250.000 dólares al año mientras que en la NBA el jugador mejor pagado este curso es Stephen Curry con casi 52 millones.