Estas elecciones tienen un componente especial. El ingrediente del transfuguismo.
Sin tener raíces históricas muy lejanas, este fenómeno de reciente aparición está estrictamente vinculado con la descomposición del sistema de partidos imperante actualmente. Se define el transfuguismo como el trasvase de militancia de un partido o grupo a otro sin mediar causas programáticas, ideológicas o estatutarias.
Debo confesar que en mis estudios sobre el sistema de partidos en el país (véase “Partidos oolíticos en la sociedad dominicana”, 1844-2014, Editora Buho, 2014) no había tratado sobre este fenómeno por una simple razón: ese problema no existía en la dinámica partidaria, salvo raras excepciones por lo cual mis investigaciones sobre el tema no formaban parte de mis preocupaciones.
Claro, las contradicciones internas en los tres grandes partidos del sistema (PRSC,PRD,PLD) siempre han tenido lugar, pero estas no superaban el marco organizacional y en raras ocasiones conducían al transfuguismo. El freno estaba determinado, entre otros factores, por el peso personal de los tres grandes líderes, Balaguer, Bosch y Peña Gómez, cuya influencia y liderazgo servían de muro de contención. Los disidentes no osaban enfrentarlos e ir a otros partidos a buscar cobija y amparo.
Eso explica que la expresión “el que se va, se va solo” era común cuando a veces se presentaban renuncias de dirigentes, las cuales no producían fracturas internas significativas.
Sin embargo, al desaparecer de la escena estos tres líderes históricos, las compuertas de las disidencias y la división se abrieron de par en par, sobre todo, cuando las ambiciones personales de las candidaturas inundaron el ambiente. Y lo que fue una excepción se fue convirtiendo en regla: “si no me dan lo mío, me voy para otro partido que me acogerá con los brazos abiertos”.
En la actual contienda electoral, el transfuguismo se ha desbordado. Sin embargo, hay que distinguir dos tipos de transfuguismo. Aquel que se va de un partido donde está disfrutando de las mieles del poder para cerrar filas con la oposición y el de aquellos que se van de la oposición a fortalecer el partido en el poder. Los dos ejemplos que actualmente se multiplican son reveladores de la descomposición del sistema de partidos. Y como comentábamos en un artículo anterior sobre el tema “……… las elecciones de 2016 alimentaran este proceso de derrumbamiento del viejo sistema de partidos.
Ya lo vemos en el incremento del transfuguismo, en la desaforada lucha interna por los cargos electivos, en la minimización de los aspectos programáticos, en la indiferencia frente a las diferencias ideológicas y los temas centrales que aquejan a la nación, en el culto al dinero como elemento decisorio en las campañas internas, en la negación de la democracia interna y en el reforzamiento del poder de las cúpulas partidarias”.
(“El sistema de partidos: un panorama diferente”), EL DÍA, 5/1/2016.
¿Se mantendrá el transfuguismo vigente después de las próximas elecciones? Lo más probable. Las debilidades del sistema de partidos, sobre todo, por la negación de la democracia interna y la carencia de opciones ideológicas y proyectos internos sobre modelos de sociedad, tendrán consecuencias funestas. Todo esto pronostica una nueva etapa del partidarismo en la sociedad dominicana.