Los que queremos la pelota dominicana nos hemos tenido que acostumbrar a los vaivenes que se producen año tras año en el principal pasatiempo de los dominicanos.
Siempre se ha considerado el béisbol dominicano como un laboratorio -otras veces vitrina- al servicio del deporte de otras latitudes.
Antes era sólo el béisbol de los Estados Unidos que se aprovechaba de la dependencia y sumisión del deporte local y eso se ha trasladado al continente asiático, principalmente, desde donde se llevan valores dominicanos en base a mejores salarios, muchas veces violando los contratos firmados aquí, sin que nada ocurra.
La fatiga extrema es un truco legalizado que permite a los equipos de MLB y a sus jugadores retrasar su participación en la pelota local, siempre a su conveniencia.
Cientos, y cuidado si miles, de jugadores han utilizado el béisbol dominicano para corregir errores, perfeccionar o aprender lanzamientos, incursionar en una nueva posición defensiva, sin importar que el equipo se vea perjudicado.