La virtualidad cambia “modus vivendis” de familias; escolares extrañan compartir

La virtualidad cambia “modus vivendis” de familias; escolares extrañan compartir

La virtualidad cambia “modus vivendis” de familias; escolares extrañan compartir

SANTO DOMINGO.- Camila Suarez Fermín se levanta con entusiasmo cada mañana para integrarse a su nueva modalidad de clases virtuales en casa, y aunque le encantan las tables e internet, añora encontrarse con sus amiguitos de curso y conocer a los de nuevo ingreso.

Por su corta edad, apenas seis años y en segundo nivel de primaria en el Colegio Instituto Cicre en la Urbanización Real II, ella esta ajena al igual que otros estudiantes, del dilema que viven los padres con esta alternativa impuesta por la COVID-19, que les ha cambiado el modus vivendis a las familias e implicado gastos extraordinarios.

La queja común entre padres es que los colegios mantienen las mismas tarifas con menos gastos por servicios, mientras ellos cargan, especialmente los del nivel inicial con el pago incluso de tutorías o el acompañamiento de personas ligadas al área pedagógica o de psicología para garantizar el cuidado y enseñanza de calidad a  sus hijos.

A esa preocupación se añade, que una buena parte no puede asumir otro gasto que no sea el servicio domestico, y en ocasiones estas se van al interior perturbándoles las mentes a la hora de ellos irse a trabajar y no tienen con quien dejar a los muchachos.

Otros, en cambio mantienen una vigilancia a distancia, valen de familias o vecinos, como ademas les preocupan los apagones que les interrumpen la docencia a niños y jóvenes, obligándoles a una compra adicional de inversores, cuando no se trata de una zona de servicio energético 24/7 y peor aun si no hay conectividad.

Testimonios

Marlenny Fermín, madre de Camila cuenta que ya se habían familiarizado con la virtualidad al inicio de la pandemia y las clases por zoom, pero no deja de externar otras quejas.

“Lo que no me gusta es que estamos educando dentro de las casas y pagando la misma mensualidad, si bien el colegio hace los esfuerzos necesarios para enseñarle al estudiante y acomodar a los padres, no menos cierto es que también tenemos que destinar tiempo del trabajo para estar pendiente de lo que ellos hacen”, refirió la joven madre que por uso de la herramienta “Antillana Compartir” paga 7 mil pesos adicionales.

‘Estamos atados de mano, la que me cuida la niña en casa se va cada dos semanas por dos días, y tengo que llevarla a casa de mi mamá, entonces no puede tomar las clases allá”.

Wascar Herrera, catedrático de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, quien tiene a su hijo Sebastián Herrera López en sexto grado de secundaria en el Colegio Serafín, afirma que la virtualidad en casa supone un ordenamiento de tiempo y silencio ya que cada quien está en su espacio.

“Tratamos de mantener la armonía para facilitar el entendimiento y poder aprender sin la distracción de las actividades triviales que uno hace en su habitat, también nos toman su tiempo, es una experiencia novedosa que tenemos que verla como algo normal con o sin Covid-19”, comenta el docente que se queja por igual de que las tarifas no han variado, el colegio a través de su plataforma también realiza las orientaciones y las reuniones de profesores.

Pensar estudiantes

“A mi no me agradan las clases por zoom, pero las asumo con la nueva realidad. Mi experiencia hasta ahora ha sido bien, llevo dos días, y hasta ahora no he tenido ningún problema, iniciamos a las 8:00 de la mañana hasta el mediodía y con dos recesos de 20 minutos”, refirió Sebastián Herrera López, del Colegio Serafín.

“Mi mayor preocupación de las clases en línea es la cantidad de horas que pasamos tomando frente al ordenador. Hay una gran diferencia entre presenciales y clases virtuales. Sería importante que los colegios y universidades implementen para permitirles a los estudiantes y maestros descansar”, comento Frank Junior Feliz, estudiante de onceno grado en el Colegio Bilingüe New Horizons.

Alega que los horarios flexibles de clases, son importantes ya que al no haber frecuente movilización del cuerpo, los músculos se atrofian y se agotan mucho más, sin mencionar los problemas de salud que puede traer las posturas incomodas y la exposición diaria de la luz azul que emite los dispositivos tecnológicos. Ambos jóvenes extrañan el patio, los pasillos de aulas y socializar, entre otras actividades, con sus compañeros de clases.

Vinculada

“Recreos cerebrales”

Para la psicóloga Johanna Terrero, del Colegio Fernando Arturo de Merino (CAFAM) lo más importante de las clases virtuales, es que sean dinámicas en los que niños y jóvenes conecten con los temas tratados en pantallas. Igual deben haber “recreos cerebrales’, es decir darle un respiro en cuanto a las materias en cada intervalo, así se evita el cansancio con una adivinanza, baile u otra dinámica de recreación.

Los padres, en cambio, deben asumir la responsabilidad necesaria y en caso de no poder acompañar a los más pequeños, asignarles una supervisión de alguien que los asista cuando le falle la computadora o en su defecto, dependiendo del nivel económico supervisar aun a distancia.



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