La violencia genera desgracias

La violencia genera desgracias

La violencia genera desgracias

Hugo López Morrobel

Uno de los graves problemas que confrontan muchos personajes que de repente se enquistan en un núcleo social y económico que nunca pensaron escalar, es que no tienen consciencia de sus deberes y el comportamiento que deben tener ante sus congéneres.

Es por ello que a cada momento, por esa falta de consciencia viven de cayendo de problemas en problemas, de los que al parecer no tienen ni idea de lo negativo que puede resultar para su presente y futuro.

No es raro que estos casos sean más comunes mediante la violencia doméstica que ejercen sobre sus parejas, al creer que su nueva posición económica coloca a los demás a merced de sus caprichos.

La violencia contra la mujer se da en todos los estratos sociales, porque en una mayoría prevalece la creencia que se debe estar supeditada a los caprichos, reconociendo que en algunos casos, mujeres ejercen violencia física y mental contra el hombre.

Llama la atención que a pesar de haber residido por años en Estados Unidos, donde de un tiempo a la fecha esto se castiga con drásticas sanciones persiste en algunos la idea de que pueden hacer con sus parejas lo que le viene en ganas.

Han sido muchos los peloteros dominicanos que a pesar de haber alcanzado el estrellato en Grandes Ligas, ejercen violencia doméstica, penalizada con todo rigor por Mayor League Baseball.

El último caso lo protagonizó el estelar jardinero de los Bravos de Atlanta, Marcell Ozuna, quien la debe estar pasando muy mal, tras su arresto el sábado en el condado de Fulton, Georgia, por agresión agravada por estrangulación y violencia doméstica.

Todo indica que esta pareja tiene problemas graves, porque hace poco su esposa Génesis, que hoy lo acusa, fue arrestada el 2020 por agredir a Marcell, lo que indica que las cosas podrían terminar muy mal.

Ojalá que este sea el último caso que se produzca por parte de un pelotero dominicano, que deben entender que la violencia de género ya es imperdonable, que vivimos otros tiempos y que no es la mejor forma de subsanar los problemas en una relación hombre-mujer.



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