Los niños permanecían jugueteando en los refugios, muy ajenos a las preocupaciones de sus padres por el peligro del huracán Irma. Foto: Elieser Tapia/El Día.
Puerto Plata, Nagua y Samaná.-“Yo no he dormido nada. Me acosté en ese banco y no he podido dormir, porque no puedo moverme. Me duele la única pierna que tengo, porque preferí amanecer en mi silla de ruedas”.
Así se expresó Carmen María Rodríguez, una anciana de 72 años de edad que llegó el miércoles a las ocho de la noche al albergue ubicado en la escuela Los Rieles II, en el sector San Marcos de Puerto Plata, y no encontró ni un colchón donde recostarse.
Como ella, también amanecieron ocho embarazadas y una recién parida, que estaban entre las más de 240 personas, en su mayoría niños, acogidas en el centro educativo.
Doña Carmen María es una anciana que padece de diabetes y por la incomodidad sentía dolores de cabeza y del cuerpo. Como ella también se sentía Cristian Martínez, una joven que está en el quinto mes de embarazo, quien define sus noches en el refugio como “terribles”.
“Yo me siento impotente, el dolor de espalda me está matando y aquí ni siquiera alguien viene para chequearme”, dijo Cristian al criticar a las autoridades provinciales porque no se habían acercado a los albergues.
Temor a mojarse
Las más de 250 personas alojadas en la escuela de Los Rieles II temen que se les mojen las sábanas que llevaron para que les sirvan de cama, ya que las lluvias producidas por el huracán Irma amenazan con anegar las aulas.
Las mujeres más jóvenes, junto a los socorristas de la Defensa Civil, toman los artículos de limpieza para impedir que el agua entre a las aulas.
Todos agradecen el apoyo de la dirección del centro educativo, la cual suple también leche y jugo para desayuno y la cena, así como el almuerzo.
Más gente que cama
Un problema que les afecta es que las personas acogidas en los albergues superan el número de colchas y mosquiteros distribuidos por las autoridades.
Como ejemplo, en la escuela de Los Rieles, ayer tarde, el Plan Social de la Presidencia distribuyó 70 colchones, distribuidos entre las personas más vulnerables, es decir, ancianos, embarazadas, niños, recién paridas y enfermos, sin embargo el número de menores y necesitados acogidos allí superaba esa cifra.
En la escuela San Antonio María Claret, albergue utilizado por moradores de los barrios Aguas Negras, Playa Oeste y del ensanche Doubot, donde los fuertes vientos afectaron decenas de viviendas, había más de 260 acogidos, 11 de ellos con diferentes discapacidades y varias embarazadas, sin embargo solo recibieron 30 colchones.
Nagua y Samaná
Dormitar fue lo poco que pudieron hacer durante las últimas 36 horas residentes en diversos albergues que fueron habilitados por las autoridades en la zona costeras de Nagua y Samaná.
La inquietud por los ajuares dejados en sus casas y lo que podría provocar el huracán Irma eran las principales razones que no dejaban dormir a muchos de los que tuvieron que abandonar sus residencias para pasar el temporal seguros.
Pero no solo eso les afectaba. Los colchones que fueron distribuidos por las autoridades no alcanzaron para todos en lugares como Nagua y Samaná.
En la escuela del barrio Chicharrón de Sánchez, los refugiados llevaron los colchones de sus propias camas para buscar un poco de la comodidad que tienen cada día en sus hogares.
En este plantel se albergaron 300 personas, quienes pasaron la noche “tranquilos”, según afirman.
Raciones alimenticias
Aunque en muchos puntos se quejaban de la comida s y leche servidas, los damnificados recibieron diversas raciones alimenticias.
“Si iban a sacar a uno de sus hogares debieron tener la logística o decirle a uno que teníamos que preparar nuestros alimentos, porque nos sacaron de repente”, se quejó un refugiado en la escuela Irma Marmolejos de Nagua.
En María Trinidad Sánchez las autoridades disponían de más de 70 albergues, de los cuales utilizaron 38.
En esos puntos se ubicaron entre 2,600 a 3 mil personas de los barrios más críticos que se encuentran a las orillas de ríos y la playa.
Ayer tarde cientos de refugiados empezaron a retornar a sus hogares, pese a que las autoridades les habían alertado que no todos los efectos asociados al huracán Irma habían pasado.
Locrio y moro.
Los Comedores Económicos del Estado distribuyeron, pasado el mediodía de ayer, locrio de arenque y moro de habichuela roja, a los afectados.
Retraso.
La falta de energía eléctrica en Puerto Plata retrasó la preparación de los alimentos para los albergados.