La vida de otros

No soy de vivir la vida de otros. Respeto mucho las decisiones y la individualidad de cada quien, entre otras cosas porque no me gusta que se metan en la mía. Ahora, sí confieso que me encanta disfrutar la vida de otros.

Me explico, me reconforta ver a otras personas felices, me regala esperanza y fuerza.
Celebro los triunfos de aquellos a quienes amo y admiro, es como si yo misma los alcanzara. Y no solo de gente cercana, me identifico con una serie de personas, famosas o no, influencers o no, y sigo su vida, por lo menos lo que nos llega a través de redes y medios.
Y no me da vergüenza afirmar que me alegro de sus alegrías y sufro sus tristezas. Y no es que quiera ser como ellos o “envidie” su vida, es que forman parte de la mía en cierta manera.

Una de las mejores formas de empatía. Así siento que mis emociones se renuevan, que soy capaz de encontrar respuestas ajenas a mí y… ese yoismo se diluye y me permite ver todo con más claridad. Y algo importante, me lleno de energía positiva, hay personas que no me conocen y forman parte de ese grupo que me ayuda a ser más fuerte.

Es lo que más me gusta de este mundo digital y de redes sociales, encontrar referentes que me dan respuesta a lo que necesito.

No son muchos, pero tengo unos cuantos.
Y… claro está, ya en un terreno más cercano, esas personas que quiero, amo, admiro y respeto que me rodean y me llevan a muchos lugares a través de sus vivencias.
Son un puñado de emociones externas a mí pero igual de intensas.
Así es como disfruto la vida de otros. Prueben a vivirlo.