Para algunas personas, la pluralidad de opiniones es uno de los puntos débiles de las democracias, puesto que obliga a la búsqueda de consensos que retardan las decisiones o las hacen menos tajantes.
Relacionan esto con la ambivalencia y la irresolución, además de con una presunta falta de efectividad, asumiendo que la unanimidad de opiniones y propósito es sinónimo de fortaleza.
Pero resulta que justo lo contrario es cierto; la gran fortaleza de las democracias reside en su pluralidad, en su capacidad de ver las mismas cosas desde varios puntos de vista y plantear soluciones variadas también.
Los sistemas autoritarios adolecen de una fragilidad e inestabilidad inherentes, puesto que la existencia de una versión oficial para todos los problemas tiene varias consecuencias nefastas: oculta la verdad de los hechos, desestima las necesidades de las personas y, en lugar de buscar una solución para cada problema, adapta el problema a la solución preferida por los gobernantes.
Esa unanimidad tiene también como consecuencia que las decisiones se tomen sobre la base de información incompleta y sesgada. Lo cual, junto con la concentración de la toma de decisiones, asegura que con cada una se ponen todos los huevos en la misma canasta. Se trata de la receta para el desastre.
Es por ello que Carlos Santiago Nino, al plantear la riqueza de la democracia como sistema de deliberación, expresa que el debate, a veces duro y caótico, tiene la virtud de que construye conocimiento.
Y eso, a la corta y a la larga, es beneficioso para el sistema y sus actores. Así las cosas, cuando se plantea un debate público es importante reconocer su importancia y los beneficios de la contrastación de ideas. Muchas veces, los críticos velan mejor los intereses de los criticados que quienes a todo les responden afirmativamente.
Toda solución, además de remediar un problema, debe sortear retos y obstáculos que ella misma crea. Esta es una verdad ineludible, ignorarla sólo prórroga en el tiempo y aumenta el costo de evitar esos riesgos.
En actividades altamente complejas y difíciles, como lo es el gobierno de una nación, el camino más largo suele ser el más seguro. La mejor manera de encontrarlo y seguirlo es aceptando que el debate público es necesario.