La última rendición de cuentas

La última rendición de cuentas

La última rendición de cuentas

Como se tiene conocimiento, la Constitución dominicana en el espíritu de su artículo 114 establece sobre el presidente de la República recae la responsabilidad de rendir cuentas ante el congreso nacional cada 27 de febrero en lo referente a la “administración presupuestaria, financiera y de gestión ocurrida en el año anterior”.

En adición, el artículo 128, numeral 2, literal f) de esta Constitución, especifica que dicha rendición de cuentas ha de estar “acompañada de un mensaje explicativo de las proyecciones macroeconómicas y fiscales, los resultados económicos, financieros y sociales esperados y las principales prioridades que el gobierno se propone ejecutar dentro de la Ley de Presupuesto General del Estado aprobada para el año en curso”.

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A pesar de cumplirse la formalidad de la rendición de cuentas tal como es mandatorio por el texto constitucional, en lo relativo a las proyecciones macroeconómicas y fiscales no se logran observar en el contenido de la misma. Y es que dichas proyecciones establecidas  por la Constitución dominicana fueron sustituidas por narrativas que distaban mucho de lo que ocurre en la realidad ya que la finalidad evidente fue abrir espacios para los dividendos electorales sobre la base de anunciar obras que aún no se han realizado, pero dada por hecho.

En su rendición de cuentas, el presidente Luis Abinader inicia con un autoelogio desbordante y satisfactorio sobre el manejo de la economía evidenciado cuando afirmaba que “durante nuestra gestión, la economía ha crecido, en términos reales, a un promedio anual del 6.43%, del 2021 al 2023. El pasado año, aun siendo difícil para la economía mundial, cerramos con un crecimiento del 2.4%, siendo en este momento la nuestra una de las economías más dinámicas de la región”.

Con relación al periodo 2021-2023 hay precisar y detallar que la economía dominicana en el 2021 en términos real alcanzó un crecimiento del PIB que se situó en 4.7%, conforme con el banco central al compararlo con un año normal como el 2019, pero un 12.3% por el rebote estadístico al compararlo con el 2020, el cual fue irregular. Por igual, en el 2022 el PIB creció por el orden de un 4.9 %, mientras que un anémico 2.4% fue el comportamiento de la economía en el 2023, lo que en términos promedio eso equivale a un 4% y no 6.43% como afirmó el presidente Abinader, excluyendo la caída de -6.8% del 2020, lo cual sería peor.

Una mirada fría, ecuánime y razonable a las cifras presentada en la rendición de cuentas conduce a la sesuda reflexión de que lo ocurrido en la economía dominicana durante el periodo 2021-2023 es que se ha producido una interrupción en el patrón de crecimiento de la economía dominicana, cuyo promedio había sido por el orden del 5.3% durante las tres últimas décadas y agravada en todo el año 2023. Más aun, todas las proyecciones realizadas desde enero d ese año se tornaron inalcanzable en cada uno de los meses como muestra del deterioro registrado por la economía durante todo el año, el cual explica en una alta proporción el hecho de que la economía dominicana perdiera su liderazgo de varias décadas frente a la economía de la región y Centroamérica, entonces, no fue “la más dinámica de la región”.

Las cuentas rendidas y no explicadas es que se ignoró que la economía dominicana no ha podido reencontrarse con su patrón de crecimiento durante el periodo 2020-2023, que el monto de las reservas internacionales del banco central ha tenido como origen la aceleración del sobreendeudamiento público. Es así como resulta muy preocupante que el volumen de las reservas casi sea equivalente a la deuda pública, esto es que por cada dólar que se tiene como reservas, se tiene como deuda 1.90 dólar y es que en la rendición de cuentas lo que se presenta es que la relación deuda/PIB es de 59.1%, pero esto en nada significa que la deuda pública haya bajado o se controla con un perfil adecuado tal como lo desmiente el exceso de emisión de deudas durante el presente cuatrienio constitucional.

En la rendición de cuentas se presentó como un logro impresionante el 4.7% en que disminuyó la pobreza monetaria, esto es, el número de personas que han recibido consumo e ingresos promedio menor al costo en que se manifiesta la canasta de los bienes mínimos requeridos por el conglomerado que está dentro de la línea de pobreza.  Pero resulta que si se quiere tener una mejor medición de la pobreza ha de recurrirse a la pobreza multidimensional que conjuntamente con un mapa de pobreza reflejan una situación mucho más real de este flagelo que la rendición de cuentas no pudo abarcar.

Si todo lo que se presentó en la rendición de cuentas tal como la calificación de riesgo país, la mejora en el salario mínimo, la mejora alimenticia se parece a los niveles de obras señaladas, entonces, hay razones para dar paso a las dudas. Los ejemplos abundan para tener no creer en la mayoría de las enumeradas, un ejemplo de ello es el hospital materno infantil de Barahona ya que se trata del viejo hospital Jaime Sánchez en estado de abandono, la circunvalación de Bani anunciada cuatro veces, la carretera Barahona enriquillo en etapa inicial, el edificio de la UASD en Neiba en un 40%, UCATEBA con cuatro años de promesas sin cumplimiento, el edificio de la UASD en Santo Domingo en promesas.

Dice la sabiduría popular que “lo mucho hasta Dios lo ve”, máxime si todo fue una repetición de las anteriores rendiciones de cuentas. ¡Caramba! Así no.



Daris Javier Cuevas

Economista-Abogado Máster y Doctorado en economía Catedrático de la UASD