Santo Domingo.- Hoy se cumplen 227 años de aquel martes de 1789 cuando se produjo la Toma de la Bastilla, una fortaleza medieval conocida como «Bastilla» que custodiaba prisioneros y que cayó en manos de revolucionarios parisinos marcando el fin del antiguo régimen y el inicio de la Revolución francesa.
Esta cárcel representaba el despotismo de la monarquía francesa y provocó una sacudida en el ámbito social tanto en Francia como en el resto de Europa.
Como consecuencia del asalto a la Bastilla, surge la Revolución francesa que de inmediato difundió ideales de libertad y fraternidad por el mundo, la soberanía popular, pero principalmente el conocimiento de los derechos fundamentales del hombre y del ciudadano.
La Bastilla
En sus orígenes la Bastilla se construyó como una muralla contra los ingleses durante la Guerra de los Cien Años, pero el cardenal Richelieu la convirtió en prisión del Estado y en ella eran encerradas personas que cometían un crimen o por hacer declaraciones o publicaciones contra el rey Luis XVI.
Los trabajos comenzaron en 1357, pero la construcción principal ocurrió a partir de 1370 creando así una fortaleza sólida con ocho torres que protegían la entrada estratégica de Porte Saint-Antoine en el borde oriental de París.
El diseño innovador fue influencia tanto en Francia como en Inglaterra y fue ampliamente copiado.
Entre sus paredes pasaron algún tiempo personajes famosos como el escritor Voltaire, que escribió allí su tragedia Edipo, el marqués de Sade, y Diderot.
La Toma
Durante la toma unas 100, 000 personas invadieron el Hotel des Invalides para reunir armas (entre 29 000 y 32 000 mosquetes sin pólvora o munición, 12 cañones y un mortero.
A pesar de ello, la Bastilla había sido reforzada el 7 de julio con 32 granaderos del regimiento suizo «Salis-Samade» provenientes del campamento del Campo de Marte y los muros estaban protegidos por 18 cañones de 8 libras cada uno y 12 de menor tamaño.
La lista oficial de los vencedores de la Bastilla tuvo poco más de 600 hombres y el total de asaltantes sería probablemente de algo menos del millar.
La multitud se reunió en el exterior hacia media mañana pidiendo la rendición de la prisión, la retirada de los cañones y la entrega de las armas y la pólvora.
En horas de la tarde una cuarta delegación llegó a la Bastilla encabezada de nuevo por Louis Ethis de Corny pero no obtuvo nada. En este momento comenzó el fuego cruzado, aunque nunca podrá dilucidarse qué bando comenzó primero.
Los asaltantes comprobaron que la fortaleza era una ratonera y la lucha se hizo más violenta e intensa, mientras las tentativas por parte de las autoridades para dictar un alto el fuego no fueron tenidas en cuenta.
Los atacantes se vieron reforzados por 61 «gardes françaises» amotinados y otros desertores de las tropas regulares, bajo el mando de Pierre- Augustin Hulin, antiguo sargento en la Guardia Suiza.
Portaban las armas tomadas anteriormente en Los Inválidos y entre dos y cinco cañones. Estos fueron colocados en batería contra las puertas y el puente levadizo de la fortaleza.
Ante la masacre (cerca de 100 víctimas entre los atacantes), el alcaide de Launay ordenó cesar el fuego. Una carta con los términos de la rendición fue pegada por un hueco en las puertas interiores e inmediatamente rescatada por los asaltantes.
La guarnición de la Bastilla rindió las armas, bajo promesa a los amotinados de que ninguna ejecución se efectuaría si se producía la capitulación.
Las demandas exigidas fueron rechazadas, pero de Launay rindió la plaza porque comprendió que sus tropas no podían resistir mucho más tiempo en esa situación y abrieron las puertas del patio interior y los parisinos tomaron la fortaleza. Liberaron a los siete prisioneros encarcelados allí y se apoderaron de la pólvora y la munición.
Las bajas en esta acción fue alrededor de 98 muertos y 73 heridos.
Ante la situación general, el rey decidió ceder y pidió a los representantes de los estamentos privilegiados que se incorporasen a la Asamblea.
La Asamblea se ocupó de dos grandes tareas. En primer lugar, de elaborar una Constitución, la primera de la Historia de Francia y que se aprobó en 1791.
En dicha Constitución se incorporó como preámbulo la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, que había sido aprobada en agosto de 1789.
La Declaración reconocía una serie de derechos individuales e inviolables de alcance universal: igualdad, libertad, derecho a la propiedad privada, soberanía nacional y libertad de opinión.
En 1880, el Senado francés aprobó la fecha del 14 de julio como día de la fiesta nacional, en conmemoración de la fiesta del 14 de julio 1790 por ser ese un día en el que no se derramó sangre y que selló la unidad de todos los ciudadanos franceses.