La capacitación de los jóvenes en los pueblos con vocación agrícola por parte del Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional es clave para asumir la adopción tecnológica.
Fantino, Sánchez Ramírez .-Cada día se hace más difícil encontrar mano de obra que trabaje en los campos dominicanos en el cultivo de productos agropecuarios.
Los productores de diferentes rubros, desde el norte hasta el sur, están al grito porque cuando logran sembrar algún producto, no encuentran quién les haga la limpieza ni colabore en el proceso de cosecha.
“Cada vez hay menos personas que trabajen en los campos”, dijo el productor arrocero Oliverio Espaillat, quien cuenta que, ante ese desafío, la adopción de tecnologías mecánicas facilita las labores del cultivo, eleva la productividad, mejora la eficiencia y reduce los costos productivos.
De acuerdo con Oliverio Espaillat, expresidente de la Federación Nacional de Productores de Arroz, la tecnificación en el cultivo de arroz ha sido clave en el crecimiento del sector, ya que la adopción de tecnologías mecánicas facilita esas labores.
“La mecanización permite realizar todo el proceso de cultivo de arroz, ya que existen equipos que se pueden usar para la siembra, la preparación del terreno, la limpieza de los drenajes, la confección de los muros, la aplicación de fertilizantes, herbicidas y la recolección de arroz a granel», explicó a EL DÍA, al resaltar que esta práctica reduce la necesidad de mano de obra, un recurso cada vez más escaso en el sector agrícola.
Espaillat cuenta que, en sus inicios, decidió modernizar la producción de arroz basado en la experiencia vivida en países productores de ese cereal como China, Japón y Alemania, donde se adaptan las mejores tecnologías en el proceso agrícola.
Panorama laboral
El productor destaca que la pandemia cambió el panorama laboral, acelerando la disminución de trabajadores disponibles, muchos de los cuales han migrado a otras áreas económicas como el turismo o incluso han optado por emigrar al extranjero.
Ese cambio ha obligado a los agricultores a buscar soluciones tecnológicas para compensar la falta de personal.
Sin embargo, los costos de las maquinarias pueden ser un desafío para los pequeños productores, dijo al poner un ejemplo de equipos que se usan en el cultivo del arroz, y citó el caso de un tractor pequeños pueden costar en el mercado desde 27 mil dólares en adelante, mientras que una cosechadora ronda entre los 192 mil dólares en adelante.
En ese sentido, entiende que una vía clave para los pequeños productores es fomentar la creación de cooperativas que puedan acceder a estos productos en pequeños grupos.
Espaillat enfatizó en la necesidad de seguir promoviendo la mecanización, y citó que en el caso de la producción de arroz, para mantener la industria arrocera competitiva es prioritario tecnificar entre un 90 % y 95 % de las labores.
“La mecanización no sólo facilita el trabajo, sino que también reduce los costos de producción», aseveró el empresario durante un recorrido por la producción de arroz en Fantino, al resaltar que en cultivos como el arroz, la mecanización ha sido fundamental para enfrentar los desafíos de mano de obra y competitividad que aumentan cada día.
“El cultivo del arroz ha sido un ejemplo de tecnificación en el país, ya que los grandes productores y pequeños usan maquinaria para cada etapa del proceso, desde la preparación del terreno hasta la recolección a granel», señaló, al apuntar que quienes no adopten la tecnología en el proceso productivo serán desplazados.
De hecho, comentó que algunos productores se han visto en riesgo de perder sus cosechas por falta de mano de obra, y otros han sido víctimas de robo, llegando a perder hasta 15 sacos en una cosecha, lo que reduce los márgenes de ganancias en cada ciclo.
Eficiencia sector
El uso de tractores, cosechadoras y drones ha transformado la producción de arroz cuenta al resaltar que una máquina puede hacer el trabajo de cientos de hombres en un día, permitiendo así amortizar costos a largo plazo.
Según Espallaita, controlar los costos es vital para evitar el fracaso en el proyecto agrícola.
“En mi finca tengo todo el proceso mecanizado desde hace 20 años. La preparación de la tierra, siembra, la aplicación de fertilizantes, herbicidas e insecticidas, e incluso la recolección a granel se realiza con maquinaria», comentó.
El empresario ve la tecnología como un aliado para elevar la competitividad frente a países productores de arroz, y más ahora que se acerca el desmonte de aranceles contemplado en el acuerdo de libre comercio DR-CAFTA en el sector arrocero.
A pesar de la preocupación generalizada por la eliminación de los aranceles a partir del 1 de enero, Espaillat confía en la calidad del arroz dominicano y en el respaldo gubernamental para garantizar la sostenibilidad de la producción nacional.