La historia de los aborígenes de la isla Española se remonta aproximadamente a seis mil años de antigüedad, cuando grupos arcaicos procedentes de la actual Belice y del noreste de Venezuela llegaron a esta isla. A la isla Española, Santo Domingo o Haití, como le llamaban los aborígenes, llegaron otros grupos étnicos originarios que con el correr de los siglos se hibridaron.
Los españoles acuñaron el concepto de taino como sinónimo de todas las etnias y culturas que aun existían a su llegada a la isla y el hibrido surgido con el intercambio entre ellas. De ahí también surgió la expresión tainidad que implica y sintetiza en el ámbito cultural a los pueblos originarios que habitaban la Española y otras islas del Caribe.
A la llegada de los conquistadores españoles en la isla coexistían la etnia macoriges con poblaciones híbridas y arcaicas, al igual que grupos originarios relacionados a las culturas mellacoides, ostionoides, chicoides, etc. Esta realidad desmiente el mito que pretende unificar en un solo grupo étnico, cultural y lingüístico a la diversidad de grupos humanos existentes en la Española y en otras islas del Caribe.
Ha prevalecido el criterio de que tainidad implica el conjunto de culturas, etnias y regímenes productivos existente en las Antillas Mayores, borrando la existencia de una pluralidad multiétnica y multicultural, tal y como ha sido probado por los hallazgos arqueológicos. Si algo de positivo tienen los conceptos taino y tainidad es que se ha convertido en el símbolo de la resistencia indígena al conquistador, pero también significa el holocausto de los pueblos aborígenes.
El burén, los cemíes, el consumo de yuca y mandioca, el culto mágico religioso, conjuntamente con la organización política de los aborígenes de la Española, que estaba dividida en cinco grandes cacicazgos, gobernados por un cacique y por otros caciques de menor jerarquía, llamados nitaínos, que dominaban áreas geográficas más pequeñas, conforman lo que suele llamarse la tainidad, que implica todo el andamiaje económico, político, social y cultural de los pueblos originarios que habitaban la Española y otras islas de las Antillas, sin tomar en consideración las diferencias lingüísticas, culturales y étnicas existentes entre ellos.
Aun con el hecho de que la tainidad es un mito, es una realidad actual identificar parte de la herencia aborigen caribeña con el elemento llamado taino.
La tainidad se ha convertido en un acontecimiento de tanta importancia para la identidad de muchos ciudadanos de las Antillas mayores, que se han organizado en instituciones que tienen como paradigma emular la cultura y la organización política de los pobladores originarios, con jerarquías y nombres con los cuales pretenden revivir la llamada herencia taina. Esa tainidad se ha manifestado en la diáspora caribeña residente en Estados Unidos, principalmente puertorriqueños y cubanos.
Se han realizado investigaciones genéticas en República Dominicana, al igual que otras islas del Caribe, las cuales han determinado que en un elevado porcentaje en sus habitantes están patentes los rasgos genéticos de los aborígenes, conjuntamente con los de los europeos y africanos.
Las investigaciones genéticas y otros estudios históricos han determinado que no hubo un total exterminio de la raza indígena, por el motivo antes indicado, y también, por existir una tesis de que los censos poblacionales del siglo XVI no reflejan una visión completa y exacta de la población en esa época, ya que esos censos no tomaron en consideración las grandes poblaciones originarias que habitaban en las montañas de la isla Española, al haberse escapado del cautiverio de las encomiendas y la esclavitud, y en ese sentido, han estimado que en esa situación existían decenas de miles de indígenas y negros que no fueron tomados en cuenta por los censos señalados.
Esas investigaciones y tesis tienen mucha certeza, ya que de no haber ocurrido el fenómeno real de la desaparición física de un porcentaje elevado de los aborígenes, no es menos cierto que en quinientos años, en una isla habitada por tres etnias, europea, africana y aborigen, sería prácticamente imposible que puedan mantenerse los rasgos originarios de cada una, porque el hibridismo como fenómeno natural implica que se manifiesten en un solo individuo las características genotípicas de las diversas etnias que lo integran.
Observando las características raciales de los dominicanos de hoy es fácil determinar que se trata de una nacionalidad con un hibridismo muy acentuado, donde se ven las características físicas de las etnias que originaron ese hibrido, cuya composición mayoritaria está cimentada en la mezcla del africano, el español y el aborigen.