Persiste en las economías un alto grado de fragilidad y vulnerabilidad, fruto de la incertidumbre que está presente en los agentes económicos. A escala global los diversos sectores presentan una gradualidad en su fase de recuperación plena, en tanto, los mercados no logran exhibir la confianza requerida que permita interpretar que asimilan la recuperación con estabilidad y solidez sostenible.
Bajo tal interpretación, al hacer énfasis en la solidez de la economía hay que tener presente la estabilidad y sostenibilidad de las cifras que muestran un crecimiento sostenido de la economía y estabilidad de precios.
Si se logra alcanzar tal situación, entonces, la economía muestra signos de firmeza sin fluctuaciones y una política económica sustentada en la confianza, pero mientras eso no se alcanza, la estabilidad y la solidez solo se quedan en deseos y esperanza.
Es relevante precisar que la solidez macroeconómica de un país depende de dos elementos fundamentales; en primer lugar, debe de aplicarse política fiscal responsable y, en segundo lugar, la existencia de estabilidad monetaria.
En el primer caso, una política fiscal responsable se entiende practicando la transparencia, mitigación del déficit presupuestario y un manejo prudente del endeudamiento público, mientras que la estabilidad monetaria se refiere a la estabilidad de precios, significando esto que la economía no se sienta afecta por fluctuaciones desproporcionada en la velocidad de crecimiento de los precios.
En tal contexto se debe precisar que cuando se enfatiza en la estabilidad de precios, estrictamente esto implica que los precios ni se incrementan, ni se reducen, esto es, que la tasa de inflación es nula, significando esto que menos bienes y servicios tienen un peso relevante para incidir en la tasa de inflación, por tanto, muchos de esos bienes y servicios estarían bajando de precios.
Por tales razones, la estabilidad de precios en el mediano y largo plazo es un objetivo coherente que tiende a beneficiar el crecimiento económico en el entendido de que la baja de precios es un freno a las distorsiones y fluctuaciones de la economía, en cambio, los precios altos son promotores e inspiradores para atacar las mismas.
En la actualidad, es relevante destacar que en un contexto de estabilidad de precios es bastante beneficioso que el objetivo de meta de inflación fijado se consolide en el mediano y largo plazo ya que esta nunca es un logro si ocurre de manera coyuntural.
Y ha de ser, y no de otra manera, ya que el objetivo de meta de inflación ha de satisfacer las expectativas de los agentes económicos, como requisito fundamental para que estos puedan incrementar la confianza en las autoridades monetarias, esto es, el Banco Central.
Es una falta inexcusable ignorar la existencia de las presiones alcistas generalizadas en la economía, y sectorial, ya que esta ha sido una de las causantes principal que ha ido conduciendo a la ralentización paulatina de la actividad económica, inducida por los costos.
En audición, tal situación ha facilitado la expansión del gigantesco endeudamiento público, en detrimento de la estabilidad de precios, lo cual también se ha podido observar para el caso de la economía dominicana.
Otro elemento de gran relevancia para evaluar el criterio de solidez de una economía es lo relativo al sector externo de la misma, en la inteligencia de que este puede constituir una fuente esencial para alcanzar el crecimiento económico y la generación de empleo para un país, pero también si este no se trata con la debida prudencia, puede ser una fuente de inestabilidad económica.
Situación que se podría derivar de los problemas estructurales que una economía atraviese y que se prolongue por un largo periodo de tal manera que genere desequilibrio en el sector externo cuyas consecuencias se exprese en una crisis de balanza de pagos que sea desfavorable a la estabilidad macroeconómica.
En virtud de que la economía es mucho más compleja de lo que normalmente se cree, fruto de que las fluctuaciones económicas han tenido una prolongación más allá de lo proyectado, en la actualidad resulta algo arriesgado ser concluyente en que una economía determinada es sólida pura y simple, sin argumentos categóricos.
Y es que la economía ha estado sometida a frecuentes perturbaciones que han provocado fluctuaciones e ineficiencias en la actividad económica, de tal magnitud que hasta las medidas que se han adoptados han provocado desestabilización, como han sido los estímulos monetarios, las modificaciones de las tipologías de política monetaria y la falta de coordinación entre la política fiscal y la política monetaria, estas son razones poderosas que ponen en dudas la existencia de una economía sólida, a escala global y local.