La sociedad paliativa o rehuir el dolor

La sociedad paliativa o rehuir el dolor

La sociedad paliativa o rehuir el dolor

José Mármol

Para Epicuro (342-270 a. C.) el sentido mayor de la filosofía habría de ser el de encontrar la felicidad, y no precisamente la verdad, como en Platón y Aristóteles. Sin embargo, esa búsqueda ha de estar tamizada por la razón; ha de ser una búsqueda guiada por la ética y no por el placer como fin en sí mismo.

De hecho, no es en el hallazgo del placer, donde la felicidad habita, sino en la evitación del dolor.

La filosofía epicúrea se centra, pues, en una finalidad práctica, que sirve concretamente para la vida. Por ello a su Jardín, lo que para Platón fue la Academia y para Aristóteles el Liceo, podían entrar no solo los sabios y discípulos, sino también los esclavos, las mujeres, incluso las prostitutas, en fin, la gente común.

El epígrafe del nuevo ensayo de Byung-Chul Han titulado “La sociedad paliativa. El dolor hoy” (Herder, Barcelona, 2021) es un pensamiento de Walter Benjamin que concluye: “Siempre que el hombre trata de abandonarse al placer, este resulta ser un callejón sin salida”.

La reflexión en torno al “homo doloris” actual por parte del filósofo surcoreano termina, no obstante, distanciándose de Benjamin, quien a todas luces está más próximo de Epicuro que del filósofo y escritor neonietzscheano Ernst Jürger y su ensayo titulado “Sobre el dolor” (1934), uno de los puntos de partida de Han, además de alusiones relevantes al cuerpo y al dolor por parte de pensadores como Nietzsche, Hegel, Heidegger, Foucault, Teresa de Ávila o Kafka, que complementan su teoría sobre la forma evasiva de asumir el dolor hoy día.

El peligro que vio Jürger en la prepotencia de la técnica contra el sujeto heroico coincide con la tendencia a la desaparición del sufrimiento en la sociedad actual, a lo cual contribuyen el recurso anestésico del orden digital y la esclavización del pensar por el tributo pseudolibertario al cálculo aditivo y al consumismo delirante.

Es por esto que lo paliativo de la sociedad moderna neoliberal rechaza todo gesto heroico, aniquila la ética y la estética del dolor. “No hay -dice Jürger, al margen de Han- ninguna situación humana que tenga un seguro contra el dolor”.

El dolor de hoy, en cambio, se desgañita por encontrar ese seguro, cebando la existencia en acciones evasivas como la autoexplotación, el dataísmo, la autoviolencia, la selfitis, la ortopedia del espíritu vacío, el fitness, la vigorexia, la bulimia o anorexia y el consumo.

El dolor es, quiérase o no, un componente necesario del mundo y su evitación, a la vuelta de la historia, se ha resuelto en barbaries inenarrables. Como entienda el sujeto el dolor será clave en la definición de su ser y de su identidad.

¿Por qué es paliativa la sociedad moderna tardía? Primero, debemos asumir que dependiendo del tipo de relación que tengamos con el dolor nos será revelado el tipo de sociedad en que vivimos. Hay una hermenéutica social del dolor que va más allá de la ciencia médica. El algólogo o experto en dolor ayuda a ese análisis.

Sin embargo, hoy día prevalece la algofobia, es decir, la fobia, el miedo generalizado o el rechazo tajante a cualquier asomo de dolor, no solo en el cuerpo individual, sino en la sociedad y en la política. Evadimos la significación ontológica del dolor y nos cubrimos con el manto de la cultura hedonista de la complacencia.

Así, lo paliativo es el recurso existencial para atenuar, suavizar, disimular o encubrir el sufrimiento o el dolor, porque la positivización de lo complaciente en la sociedad de rendimiento socava la negatividad creativa y rebelde que el sentido del dolor podría generar. Prometo continuar.



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