De manera democrática ganó las elecciones en Argentina la misma derecha extremista ilimitadamente deshumanizada, tras doce años de cambios progresistas.
Algo traumático allí, como lo fue aquí, por ejemplo, el regreso al poder de Balaguer desde su exilio y proscripción, aunque fuera así solo para algunos que no tuvimos en cuenta sus raíces en la sociedad de aquel momento.
Lo actual en Argentina es un hecho geopolítico en pleno desarrollo, al que todos debemos darle seguimiento fríamente en su objetividad.
La química de ese ingrediente compuesto en el proceso continental y en la coyuntura en la que se produce es revelador del nivel de los conflictos venideros.
Aunque por un margen escaso, los ciudadanos de allí escogieron un modelo político para que les gobierne, radicalmente distinto del populismo y del progresismo político, aliado al peronismo, que pasa desde el poder a la oposición sin suficiente cohesión ni el liderazgo ahora requerido, porque el de Cristina Fernández de Kirchner parece haberlo dado todo y ahora se requiere más, cuando se crea un equilibrio de poder precario, crítico y peligroso.
En la geopolítica del Cono Sur, de inmediato se sentirá la descompensación en el proceso integrador de la patria grande, igual que en la política de paz continental propugnada por Unasur, que pierde más que lo que ganó Mauricio Macrí, votado por la población. ¿Qué pasó? ¿Qué pasará? El hecho político es una variación de contenido y una mutación en el contexto.
Los herederos del Plan Cóndor, que más que Videla o Pinochet son una nueva generación de jefes de empresas, de consorcios financieros y empresariales, que sin arrepentimiento sobre su pasado, con honestidad retoman el poder para culminar su programa y agenda interrumpida, erosionando gradualmente la legitimidad progresista sustituyéndola por la suya, concentrándose concertados en Brasil, Argentina y Venezuela prioritariamente sin excluir a otros, golpeándolos con todo el poder internacional y medios del capital neoliberal necesitado de la desestabilización como medio para recuperar los espacios perdidos, anexando el continente americano a sus cruzadas de violencia para su reparto estratégico de las riquezas del mundo, puede ser que en Argentina legítimamente haya comenzado lo que el general Francisco Franco hizo con la república en España, tras su desembarco desde áfrica precursando al fascismo y sobreviviéndolo como hasta hoy con la monarquía española.
Debemos subrayar, que en argentina bastó el desprendimiento de una pequeña franja de votantes, como factor decisivo para la situación creada; algo logrado en tiempo récord entre la primera y segunda vueltas para legitimar la ideología ultra derechista por vía del proceso democrático, para así situarse en capacidad de cancelar las conquistas argentinas y mucho más como contrarreforma en el continente, lo cual en cada país y hogar debemos evitar como una enfermedad, preservando los derechos humanos, contrarrestando la corrupción; poniéndole contenido cierto a la lucha por la emancipación de la mujer y creando una cultura del uso medio ambiental.
A escala mundial, el belicismo no se apaga y crece.
En este momento Turquía alevosamente derriba avión militar ruso y asesinan a su piloto, celebrándolo sus autores, complicando aún más los conflictos en la zona de las fronteras de Siria y las relaciones bilaterales entre aquellos países. Venezuela pasa a ser prioridad en la agenda desestabilizadora neoliberal.
La OEA con Almagro juega, procurando allí el conflicto necesario en la coyuntura del 6 de diciembre venidero para una intervención aliada. Todo cuanto se necesita es la marioneta militar con poder, porque para lo demás cualquier pretexto sirve. Como conocemos por ejemplo ahí está la creación del volátil Estado Islámico (EI), que hace lo que se le ha encomendado hacer, para crear igual efecto que el de las torres gemelas en el mundo.
Para mayo del próximo año están pautadas nuestras elecciones que no se deben descontextualizar de la situación que comentamos, como algunos hacen. Nuestra institucionalidad es frágil y es ajena como se ve en la experiencia actual del escándalo del mercado en la Justicia del país.
De otra parte todos reconocemos que en nuestra política, si hay dólares, mercenarios, títeres y sicarios sobran.
Hagamos que se ejerza todo derecho, toda libertad, toda democracia, pero los ciudadanos no debemos abrir las puertas del poder del Estado a la improvisación ni a la anarquía en las condiciones que esbozamos, ni tampoco entregarlo a instrumentos de la contra local y del crimen organizado.
Salvemos el desarrollo económico con distribución social participativa ya iniciado.