El gobierno del presidente Michel Temer puso en marcha una serie de reformas de amplio calado en un intento por controlar un déficit presupuestario que sigue creciendo, restablecer la confianza de los inversionistas y sacar a Brasil de su peor recesión en más de un siglo.
El año pasado, logró la aprobación de una enmienda constitucional para congelar el gasto público en términos ajustados a la inflación durante 20 años.
Este año, el gobierno está centrado en reformar el sistema de pensiones y la legislación laboral del país. Si no se producen cambios, los esfuerzos de austeridad en otros ámbitos serán vanos.