La seguridad nacional, fuente y base de nuestra soberanía, se pone cada vez en riesgo, debido al desinterés de los organismos llamados a garantizarla por encima de toda apetencia, ideología o convicción.
El interés de la patria solo puede ser preservado si el Poder Administrativo del Estado pone en marcha los correctivos requeridos para sanear los organismos coercitivos, de vigilancia y la inteligencia nacional.
No es posible combatir un narcotráfico poderoso con dinero y armas, una invasión masiva de haitianos con padrinos en todas partes, una estructura mafiosa con poder y dinero, una delincuencia hambrienta, lujuriosa y armada hasta los dientes, una corrupción creciente y un crimen organizado sin fronteras ni barreras, si el Gobierno del Estado no dispone una profilaxis radical en sus mecanismos.
Los institutos armados que conforman el Ministerio de Defensa, la Policía Nacional, el Departamento Nacional de Inteligencia (DNI), la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), el Ministerio Público y otros órganos que dependen directamente de la voluntad del Gobierno, requieren de un movimiento urgente y de un plan estratégico de aplicación inmediata, para poder recuperar el país que se nos va de la mano.
Y si a esto sumamos los jueces venales que emiten sentencias por dinero y por amiguismo, en un Poder Judicial que no opera y un Congreso que no llena las expectativas, porque sus bancadas son arenas de los partidos y no estructuras para legislar y dotar al país de las mejores leyes y acciones sociales sostenibles en beneficio de la colectividad, sabremos que no es un juego.
Si la llamada “voluntad política” no se viste con traje de combate, cada día estaremos perdiendo una batalla y, con ello, un importante escalón en estadio de sociedad organizada, con la consecuente pérdida de valoración ante los ojos del mundo y de las demás sociedades, muchas de las cuales sí han aprendido a defender sus intereses.
Es tiempo de que cesen las rivalidades partidarias simples y nos sumemos como dominicanos a la lucha concreta contra estos terribles males que nos engullen cuan serpiente venenosa y nos conducen por derroteros fatales, de forma irreversible.
La “voluntad política” debe ponerse de manifiesto ahora, no mañana, porque de lo contrario pereceremos en el mediano plazo.