Santo Domingo.-¡Ring!, ¡ring!, ¡ring!, es el sonido del timbre que da el aviso para salir del colegio.
Una pareja de hermanos de nueve y diez años de edad sale agarrada de manos en dirección hacia su casa, pero a pocos metros del centro de estudios observan un vehículo parqueado con varios individuos a bordo.
De repente uno de ellos logra captar la atención del varón mostrándole y preguntándole, ¿te gustaría que te diera este juego electrónico?
“A priori”, este hecho pareciera ser inofensivo, pero no es más que una seducción, una de las estrategias que cada año utilizan algunos desaprensivos para abusar de cientos de niños, niñas y adolecentes.
La seducción es solo uno de los tipos de abuso infantil, que, según las leyes del país, además se clasifica como: acoso, convencimiento, agresión sexual, incesto y violación.
Persuadir con un fin
La seducción es un delito establecido en la Ley 24-97 sobre Violencia Intrafamiliar, el cual especifica que: “Seducir es el acto de yo convencerte, seducir, captar, lavarle el cerebro al menor de edad con un fin de abusarle sexualmente”.
Este es el más denunciado dentro de los abusos sexuales en contra de los menores de edad, según explica la directora del Departamento de Violencia de Niñas, Niños y Adolescentes, Ana Andrea Villar, quien insistió en que este hecho es uno de los más peligrosos.
Precisó que en lo que va de este año esa unidad ha recibido 377 casos de diversos tipos de abusos, 41 de estos correspondieron a seducción.
Para 2016, los abusos sexuales contra menores alcanzaron 558 y en 2015 fueron 569 casos.
La magistrada explica que un seductor no es una persona lejana, ya que puede ser un profesor de natación, de gimnasia, del bachillerato y hasta un vecino; puede ser la persona de más confianza. Por ejemplo, un amigo.
Este es muchas veces captado a través de las redes y clubes sociales, donde se pueden encontrar depredadores sexuales.
“Para nosotros el delito más grave es el incesto, puesto que la agresión ocurre directamente de una persona con una relación de consanguinidad cercana, como un papá, un hermano, un abuelo, un tío”, agrega.
Afirma que las agresiones sexuales también llevan la delantera conjuntamente con la seducción; antes este tipo de delito se quedaba en el seno familiar y no se hablaba por temor al estigma que pudiera ser sometido él o ella.
Villar asegura que eso ha cambiado, el abuso sexual puede ocurrir hasta sin toque y hoy día los afectados ponen la denuncia.
“La agresión puede ser el toque en sus genitales, en sus partes íntimas, el manoseo, las caricias. El abuso sexual se da de muchas maneras”, dice.
Tal y como ocurrió en mayo de este año en el sector de La Zurza, donde un hombre aprovechó que su pareja, la madre de una niña de un año de edad, se dirigiera al baño que estaba fuera de la casa para abusar sexualmente de su hija.
En sus declaraciones a la Fiscalía la madre de la víctima contó que, al regresar a la casa, encontró al padre acostado en el suelo al lado de la niña”.
Supo que había sucedido algo malo porque la bebe tenía la ropa interior puesta al revés y sus genitales ensangrentados.
Justificación y artimañas
Ana Andrea Villar explica que muchos de los agresores investigados justifican su accionar al expresar que él o la menor de edad abusado es quien lo enamora.
“Este hecho no puede ser excusable, ya que la ley expresa que una persona cinco años mayor que un adolecente está cometiendo un delito “per se”, debido a que el menor no tiene el discernimiento ni la madurez legal, física y emocional para negarse”, advirtió la magistrada Villar.
Entre las artimañas más utilizadas por el seductor está el buscar la forma de acercase a la progenitora de su futura víctima para ir creando un ambiente de confianza.
También son muy dados a las dádivas, es decir, a la entrega de regalos, ayudas y donaciones.
Villar explica que, por lo regular, quienes denuncian cualquier tipo de delitos sexuales son las madres de las víctimas; luego les siguen directores de colegios, profesores, psicólogas, hospitales, iglesias y también las propias adolecentes abusadas.
Es a partir de este punto que el Ministerio Público se apodera de oficio. Luego envía al menor de edad a los hogares de paso del Consejo Nacional para la Niñez y la Adolescencia “Conani” y contactan a la familia.
Es decir, que inmediatamente toman las medidas oportunas y de seguimiento de la adolescente.
Dicha entidad funge como un albergue hasta tanto puedan arrestar y someter a la persona que ha infringido la ley.
“Empezamos la investigación y una vez concluida solicitamos orden de arresto. De inmediato sometemos al seductor a una medida de coerción”, expone.
La magistrada destaca que en una investigación interviene un equipo multidisciplinario de más de 20 personas, que van desde psicólogas especializadas en crisis, forenses, abogados, ginecólogas, porque “los niños muchas veces no entienden lo que les está pasando”.
Expresa que a los niños se les crea un ambiente seguro y que entiendan que se les van a reclamar sus derechos en materia de justicia.
¿Cómo evitar el abuso?
Cades Silvestre, psicóloga clínica, recomienda a los padres orientar, concientizar a su prole sobre el tema.
En caso de no tener el dominio del mismo, Silvestre indica que puede solicitar al centro educativo donde estudian sus hijos, al psicólogo y al propio Conani, diálogos reflexivos para orientar a sus vástagos.
La especialista precisa que existen síntomas relevantes que pueden ayudar a detectar que algo no anda bien en los infantes, tales como la alteración en la conducta, el bajo rendimiento escolar, pérdida del sueño y posible terror nocturno.
1,027 Seducciones a menores de edad registró la Procuraduría General de la República en 2016. De estas, 21 fueron a niños y el resto eran niñas.