El Senado de la República inauguró, recientemente, en un espacio de esa cámara legislativa, una sala de lactancia, para beneficio de sus colaboradoras.
Dicen que “es para que las madres dispongan de un espacio digno, acogedor y debidamente equipado, donde puedan amamantar los hijos, así como extraer y preservar la leche materna, durante su jornada laboral”. Dicen que está área está debidamente amueblada, para su comodidad; con modernos extractores de leche, esterilizadores, con un refrigerador para la conservación de la leche, etc.
El presidente del Senado, Eduardo Estrella, dijo que “esa sala es parte del proceso de transformación y dignificación del personal, del compromiso de brindarle las mejores condiciones a los empleados, con la ejecución de distintas iniciativas y mejoras en el marco de una política de dignificación del capital humano”, “nosotros, que tomamos las decisiones, tenemos que trabajar pensando en ellos”.
¿Sólo en ellos? deben pensar en toda la población. Si esta sala de lactancia es tan beneficiosa para las mujeres, deben aprobar leyes que la coloquen en todas las instituciones y si existen, supervisar su funcionamiento.
Comprendo la alegría y las nobles intenciones del Senado con esta sala de lactancia, pues es un lugar higiénico, privado, libre de contaminación, accesible para que las mujeres en período de lactancia, sin temor, amamanten o extraigan y guarden adecuadamente su leche durante el horario de trabajo; ella contribuye en la salud de la madre y del bebé.
El Senado, por su misión de legislar en beneficio de la nación, con esta acción, que hace pública con tanta algarabía, despierta interrogantes. ¿Planea la Cámara de Diputados instalar otra sala o usará la del Senado? ¿Van a legislar o supervisar para que funcionen en todas las instituciones?Indiscutiblemente, lo que motivó al Senado a establecerla, lo debe llevar a reflexionar sobre la situación de muchas mujeres que laboran y no la tienen en su institución; vienen a mi memoria las que trabajan en mercados públicos y pasan el día sin sus bebés. Ellas también merecen formar parte “del proceso de transformación y dignificación del personal”.
Existen mecanismos para hacer regalos personalizados, para ayudar empleados, sin exhibirlos, sin que parezcan una discriminación a los demás. El Congreso debe dar cada paso, recordando que son los encargados de hacer leyes que beneficien por igual a toda la población.
No es cuestión de “exhibir comida delante del hambriento”. Bueno, quizás el Senado está dando un preaviso sobre sala de lactancia en las instituciones; aunque esa inversión, no sea prioritaria ni tan necesaria. Veremos.