Comparto con mis lectores -que son mis cómplices secretos- un fragmento de lo que dijo el expresidente uruguayo José Mujica durante su reciente visita a España.
Sería muy egoísta de mi parte no ceder este espacio a estas sabias palabras de Mujica. Por eso se las dejo aquí:
Hemos montado una civilización, el capitalismo ha creado una cultura que ha dado un empuje formidable, domesticó la ciencia y la puso a trabajar para incrementar la tecnología y multiplicar la productividad y explotó el mundo.
No todo es negro, nos regaló cosas como vivir 40 años más de promedio, casi nada. Pero sabemos que ese sentimiento que naturalmente traemos de igualdad adentro, tiene una causa pendiente que es el origen y se agrava en el correr del tiempo.
Pero aparte de eso, hay otro fantasma en la puerta de la historia venidera: el holocausto ecológico, está allí, latente.
Porque esta civilización se basa en el crecimiento y en la multiplicación continua del consumo en masa.
Y somos 7,500 millones y dentro de poco seremos nueve mil millones y la economía del mundo creció, más o menos, desde 1950, 40 veces y en los próximos 50 años tendrá que crecer 200 veces.
Pero el mundo no es infinito, la tierra no es infinita, los recursos son acotados, no se puede hacer cualquier cosa, estamos navegando en un viaje y es como si nos dedicáramos a preparar una sartén para freír.
Hace más de 30 años que sabemos lo que pasa y hace más de 30 años que nos dijeron lo que había que hacer, los hombres de ciencia.Y por impotencia política de instrumentar políticas mundiales caminamos por diversos caminos al desastre. Nos dijeron: los fenómenos extremos cada vez van a ser más intensos y más frecuentes. Nos vaticinaron el peligro del deshielo en la zona siberiana, en el norte de Canadá, en la Antártida, y las consecuencias en una masiva liberación de metano a la atmósfera que a su vez retroalimenta el calentamiento en una forma exponencial.
Y, sin embargo, como no podemos parar con la tasa de ganancia y enfrentar la economía corporativa, porque todos los gobiernos están desesperados por crecer, no podemos.
¡Vaya animal estúpido!, sabe lo que pasa y tiene debilidad política de no defender la vida de lo que son nuestros nietos.
Esa es la tragedia de las generaciones que vienen.
Habrá mucho que luchar por acortar el horario de trabajo. Habrá mucho que luchar por la renta básica. Habrá mucho que luchar por el medioambiente. Por hacer cambiar los parámetros industriales, hacer cosas que duren.
El sentido progresista de la vida no está sepultado, es una necesidad para la supervivencia de la especie.
Rendirse es arrodillarse como especie ante el fenómeno de la muerte y no podemos ser tan miopes.
Por eso mis saludos, mi abrazo y les puedo transmitir que no hay necesidad de vivir tan desesperado.
Y que, si es difícil cambiar el mundo, es posible controlar nuestra cabeza, y, que esa cultura subliminal, que nos meten diariamente, no nos domine. No podemos cambiar el mundo, así como así, pero podemos manejar nuestra conducta para ganarnos un pedazo de libertad.
¿Por qué? Porque muchachos, comprar, no se compra con plata, se compra con el tiempo de tu vida que tuviste que gastar para tener esa plata y no puedes ir al supermercado y que te vendan años de vida.
Es tan hermosa la vida que no hay que gastar el tiempo, del milagro de nuestra existencia, consolándonos en la compra de cacharros que a los dos días están en un rincón.
No se desprenda un criterio simplista que estoy haciendo apología de la pobreza, estoy haciendo apología de la libertad. De no ser esclavo del mercado, la nueva religión contemporánea.
En este mundo laico, aun, para los que creen en dios, el verdadero dios es el mercado y tiene peligro de esclavizarnos. (José Mujica).