El investigador Luis Villaverde, mi amigo y compañero de trabajo en Radio Televisión Dominicana, me solicita mi opinión sobre la insólita actitud del general Santiago Rodríguez, quien, ante los triunfos iniciales de la Guerra de Restauración, de la cual había sido precursor, se retira del mando y se recoge en su casa en Sabaneta.
Le respondí con franqueza que yo tampoco le encontraba explicación, aunque le señalé que por lo que algunos historiadores mucho más versados que yo, por supuesto, me habían comentado, parecería que el célebre general había estado en desacuerdo con determinadas acciones de algunos de sus compañeros de armas.
Como el incendio y la matanza de los heridos españoles en el hospital de Guayubín y la ejecución sumaria, a machetazos, de cuanto oficial o soldado español cayera prisionero.
Se dice que estos actos de violencia desencadenada, muy comunes en una guerra de liberación como aquella, provocaron el rechazo del general Rodríguez y que al protestar fue maltratado por algunos de los dirigentes de la guerra.
Tal vez sería esa la causa del retiro. Lo históricamente cierto es que Santiago Rodríguez fue el principal promotor inicial de esa guerra.
Organizador, junto a Lucas de Peña del fallido levantamiento de febrero, rechazó con dignidad y rebeldía la amnistía que le ofrecieron los ocupantes; junto a Pedro Antonio Pimentel, José Cabrera y Benito Monción, entre otros, encabezó el pronunciamiento del 16 de agosto de 1863, hace justamente hoy 161 años; dirigió las operaciones que culminaron en la derrota de las tropas capitaneadas por el brigadier Manuel Buceta y el general dominicano españolizado José Antonio Hungría y la liberación de toda la Línea Noroeste.
Entonces, enigmáticamente, el general Rodríguez se retiró; después del sitio y la liberación de Santiago le ofrecieron la Presidencia de la República en armas, la rechazó; aunque a mediados de septiembre, con José Cabrera fue al sur en misión del gobierno restaurador, terminó aceptando el modesto cargo de Comandante de Armas de Sabaneta.
Gran precursor en los preparativos y los combates iniciales de la Restauración, sin duda alguna, pero al tratarse de un militar con experiencia en la guerra de independencia y conocedor de los hombres de quien estaba acompañado y especialmente del tipo de enemigo que enfrentaba y del carácter de la guerra que había contribuido a desatar, siempre me resultará difícil entender la causa esencial del retiro, rayano en la indiferencia, del general Santiago Rodríguez en aquella jornada liberadora.