“Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos.
Hebreos 13:20-21
Dice Yonh Piper en su libro “La Pasión de Jesucristo” que “la muerte de Cristo no precede meramente a su resurrección: fue el precio que la obtuvo. Por eso Hebreos 13:20 dice que Dios lo resucitó de los muertos “por la sangre del pacto eterno”.
La “sangre del pacto” es la sangre de Jesús. Como Él dijo: “Esto es mi sangre del… pacto” (Mateo 26:28). Cuando la Biblia habla de la sangre de Jesús, se refiere a su muerte.
No se lograría la salvación por el mero desangramiento de Jesús. Su desangramiento hasta morir es lo que hace crucial su derramamiento de sangre”.
Ahora, ¿qué relación existe entre este desangramiento de Jesús y la resurrección? La Biblia dice que resucitó no simplemente después del derramamiento de sangre, sino por ella.
Esto quiere decir que lo que la muerte de Cristo logró fue tan pleno y tan perfecto que la resurrección fue el premio y la vindicación del logro de Cristo en la muerte. Él fue la primicia entre los muerto. La obediencia de Cristo se completó en toda su medida.
El precio del perdón fue totalmente pagado. La justicia de Dios fue totalmente vindicada.
Lo único que quedaba por lograr era la pública declaración de la aprobación de Dios. Esta la dio levantando a Jesús de entre los muertos.
Cristo está vivo, el no está muerto y espera que tú puedas creer para salvación y vida eterna. Atrévete a creer.
Todo esto lo hizo Dios por su su gracia. Amén.