El 40 por ciento de Miguel y posteriormente el 47 por ciento de Hipólito, colocó al Partido Revolucionario Dominicano (PRD) en un lugar privilegiado, que debió de ser uno de los gritos de batalla de aquel o aquella que estuviera buscando la presidencia de la República en las elecciones venideras por el «partido del jacho prendido».
En el 2008 el PRD obtuvo alrededor de un 40 por ciento del favor del electorado, pero mejor aún, en el 2012 el partido blanco logra hacer efectivo el voto del soberano con un 47 por ciento, o sea, mientras que el ex presidente Ing. Hipólito Mejía (modificación a la Constitución y posteriormente Reelección fallida del 2004 con un 33 por ciento) fue reconsiderado positivamente por la población, el PRD subía su caudal de votos, sintonizaba con el pueblo, se convertiría en el partido más votado y se colocó en la casilla número uno en la boleta electoral de las próximas elecciones.
Con un crecimiento sostenido como el indicado, a la cúpula de ese partido solo le hubiera bastado enfocarse en su rol de opositor, sentarse en la mesa de las negociaciones internas para sumar sus fuerzas y elegir a su candidato o candidata presidencial como manera de ir ganando terreno hacia un mayor éxito electoral, todo ello, a sabiendas de que quien está del otro lado es un partido que tiene casi doce años gobernándonos de manera consecutiva, dueño absoluto de la nomina estatal, mayoría en el Congreso Nacional, resguardado con una coraza llamada justicia cuyos jueces son capaces de beberse la leche de un envegeciente agonizando y no tener ningún tipo de remordimiento, y una organización política con una maquinaria electoral compacta capaz de movilizar a más de dos millones de personas en un solo día.
Pero lamentablemente, el “yoismo en el partido blanco”, el quedarse de brazos cruzados cuando yo no soy el candidato, desear la derrota del compañero que lo venció en una convención, son parte de las situaciones egoístas que han convertido al PRD en el padre de las divisiones.
Es una lástima que en la historia del PRD siempre son dos o tres personas las que causan la división en una coyuntura política determinada.
Ahora resulta que aquellos que votaron en contra del presidente Danilo Medina en el 2012 quizás tendrían que chuparse el rostro del oficialismo en la casilla número uno, pues la reelección morada estaría montada en la casilla blanca a raíz del acuerdo o pacto de unidad a todos los niveles entre el PLD y PRD. Para un perredeísta de corazón, tener en sus manos una boleta cuya reelección peledeísta esté ocupando el lugar que debería ocupar un candidato perredeísta peñagomista, sería un crujir de dientes y lamentaciones, seguido de un juego de miradas buscando el rostro depositario de su voto… ¿Es esto es lo que se merece José Francisco Peña Gómez?, el máximo líder de esa organización, aquel que logró colocar la figura anti reeleccionista en la Constitución, un hombre que murió asumiendo una candidatura en el Distrito Nacional por el simple hecho de que en una convención los candidatos no se ponían de acuerdo en quien ganó.
“Era evidente que si no hubiéramos intervenido para definir la candidatura municipal del Distrito Nacional nos exponíamos a una derrota segura…” Discurso pronunciado el 11 de enero del 1998. José Francisco Peña Gómez, sus últimos discursos. Pág. 10
Mientras tanto, los nuevos votantes están ahí, mirando y contemplando cómo es que se maneja la política en República Dominicana, sin ánimos de involucrarse en la misma y con una desesperanza que surge con esta degradación de principios que se mantiene latente.
Sólo nos queda esperar que surjan nuevas opciones con vocación de poder y que no practiquen la doble moral…