La reelección: aportes al debate

La reelección: aportes al debate

La reelección: aportes al debate

Sometidos a una fuerte presión social externa igual que a una contradicción interna, ética y política en la que se decidirá su orientación y liderazgo interno y nacional, los organismos del PLD hoy se encuentran como Julio César antes de cruzar el Rubicón, que sería en este caso la selección de su candidatura presidencial para las elecciones de 2016 con la persona a escoger para representar su naturaleza y perfil; candidato que escogerá o rechazará el electorado, mayormente juvenil, que en todos los sectores sociales tiene incertidumbres e intranquilidad por su futuro, lo cual hace que la decisión interna de los organismos del partido lo rebase en sus consecuencias, con repercusiones políticas y sociales seriamente inquietantes para todos, visto sus diferentes impactos y perspectivas.

Sospechando la existencia de algún pacto de honor entre particulares en las filas del PLD, que no obligan ni a esta organización política ni a la ciudadanía y menos al futuro del país al que podrían condicionar; pacto por el que el actual presidente de la República, siendo aún ciudadano común ofreciera a su contraparte lo que a ninguno de los dos en exclusiva pertenece, porque son atribuciones de la soberanía de la nación, como es el decidir cuándo y quiénes nos gobiernen, y por otra parte considerando en nuestra trayectoria política, un aval importante el inusual gobierno de los equipos que dijo el Lic. Medina; a mi juicio mejor que el que presidió Juan Bosch – en sus distintas circunstancias – con menos discursos sociales pero con mayores políticas sociales; con igual pulcritud y más equilibrio socio político y económico; haciendo que este gobierno sea tanto de su partido como de otros y distintos sectores independientes que lo valoramos, situándonos moralmente junto al mismo, cuando con intención de deslegitimizarlo como eventual candidato a un nuevo período de gobierno se desarrolla una campaña mediática recubierta de un seudo constitucionalismo, banal y tendencioso, de parte de quienes intentan volver y repetir en el poder un pasado aun presente en la economía nacional, con avales extraídos por sus socios cómplices en el desfalco del Estado y de la corrupción en las funciones públicas.

El argumento no es ni siquiera original, tiene su precedente desde cuando chapuceramente antes quisimos impedir el continuismo balaguerista bloqueándolo desde la Constitución y desde entonces por falta de autocrítica ha venido asentándose, confundiendo las ideas ciudadanas, afectando su madurez y salud, postrando su rol en la construcción de la institucionalidad democrática, minimizándonos, poniéndonos en sillas de ruedas a merced de quienes con premeditada alevosía la empujen, abusando de la ingenua ignorancia habida sobre: ¿qué es una Constitución?

Leer a Karl Loewenstein; “Teoría de la Constitución”, Edición Ariel – Derecho.

No podemos objetar que si el actual ciudadano presidente u otros futuros decidieran renunciar a derechos y deberes así lo hicieran. Pero sí es objetable el pretexto que los socaba queriéndolos obligar a hacerlo. No es su gobierno su propiedad privada, para decidir qué hacer con él mientras esté hábil. El gobierno es un patrimonio público y… Continúa Parte II de II



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