Washington, .- Las protestas contra la violencia policial continúan en Estados Unidos mientras se perfila quién era Micah Xavier Johnson, el exsoldado que perpetró el jueves en Dallas la peor matanza contra fuerzas de seguridad en el país desde los atentados del 11 de septiembre de 2001.
La masacre, que bañó de sangre una protesta pacífica contra la violencia policial, no ha frenado las marchas contra los abusos de los agentes a las minorías.
Por el momento las manifestaciones han sido tranquilas en general salvo por algunos enfrentamientos y los 73 arrestos de la noche del viernes en Rochester (Nueva York), los 3 en Phoenix (Arizona) y el bloqueo de una autopista en Atlanta (Georgia).
El movimiento “Black lives matter” (“Las vidas de los negros importan») volvió a las calles el sábado, compartiendo protagonismo con los actos de homenaje y vigilias en honor de los cinco agentes muertos.
En paralelo, la investigación prosigue con dos grandes interrogantes aún por resolver- si el agresor tuvo cómplices y cuánto hacía que había planeado el ataque.
La cuestión que sí empieza a tener respuestas es quién era Micah Xavier Johnson- un exsoldado del Ejército de Estados Unidos, de 25 años, que volvió de Afganistán en 2015 al Dallas donde creció.
El joven fue dado de baja del Ejército tras haber sido denunciado por una soldado que le acusó de abuso sexual y recomendó que recibiera “ayuda para la salud mental”, según reveló hoy el diario “New York Times».
La soldado pidió en 2014 una orden de protección y el Ejército inició el proceso para dar de baja a Johnson con una distinción que no fuera “honorable”, según explicó hoy al rotativo Bradford Glendening, el abogado militar asignado para representar al agresor.
En abril de 2015, Johnson volvió al área de Dallas y comenzó a interesarse por organizaciones y grupos de afroamericanos con tintes racistas, según las pesquisas del Times.
El joven perpetró la matanza del jueves, de hecho, con el objetivo deliberado de “matar a personas blancas, especialmente, agentes blancos” indignado por las muertes de negros a manos de policías blancos, según explicó el viernes el jefe de la Policía de Dallas, David Brown.
Eso es lo que les dijo a los negociadores durante el suceso, antes de morir por la explosión de una bomba que la Policía envió adosada a un robot al estacionamiento en el que estaba atrincherado, un recurso insólito fuera de zonas de guerra.
Expertos y fabricantes coinciden en que esta es la primera vez que se usa un robot para matar a una persona en Estados Unidos, lo que ha avivado el debate sobre la militarización de la Policía y el uso de tecnología de control remoto para labores de seguridad.
Ejércitos de todo el mundo tienen robots fabricados para el combate, incluidos los “drones” (aviones no tripulados) armados, pero no se conocen departamentos de Policía que posean ese tipo de tecnología. Sí es común que la Policía en Estados Unidos tenga robots como el utilizado en Dallas, que no están diseñados para el ataque sino para detectar o destruir explosivos.
Lo insólito del caso es que los agentes decidieran, en un intento desesperado por reducir al atacante, dar al robot un nuevo propósito- le adosaron explosivos y los hicieron estallar junto al agresor, matándolo.
La Policía de Dallas registró el viernes la casa de Johnson y encontró material para la fabricación de bombas, chalecos antibalas, fusiles, municiones y un diario personal sobre tácticas de combate. La noche de la masacre discurrían en paralelo protestas en otras grandes ciudades de EE.UU., como Nueva York, Los Ángeles o Atlanta, por los últimos incidentes de violencia policial con tintes racistas registrados en el país.
La protesta respondía a la muerte de Alton Sterling, un hombre negro al que dos policías blancos dispararon el martes a quemarropa cuando ya lo tenían reducido en el suelo en Baton Rouge (Luisiana), y del joven Philando Castile, asesinado el miércoles en Falcon Heights (Minesota) por un policía que le había pedido detener su vehículo por una infracción de tráfico.
Las duras imágenes de esas muertes, grabadas con teléfonos celulares y divulgadas en televisiones y redes sociales, siguen despertando indignación e inspirando protestas en un Estados Unidos conmocionado por el dolor, el luto y la división racial.
No obstante, el presidente estadounidense, Barack Obama, defendió hoy, desde la cumbre de la OTAN en Varsovia (Polonia), que el país “no está tan dividido como algunos han sugerido” y que la división racial no es tan profunda como en la década de 1960.